Son muchos los autores que se dedican a hacernos partícipes de sus neuras, sus frustraciones y sus penosas circunstancias vitales. El género del cómic autobiográfico está saturado, para que nos vamos a engañar. Lo curioso del tebeo que nos ocupa es que -a pesar de estar inscrito en esa corriente temática y a pesar de estar trufado de muchos de los tópicos pertenecientes a la tradición ombliguista- tiene un magnetismo muy perturbador.
A saber: Joe Matt ha sido capaz de atrapar al lector (otro tópico, disculpen) con el relato de su patética condición de ser humano onanista, rácano y grotesco.
¿Cómo consigue Matt que el lector no abandone un cómic en el que narra su pericia para montar VHS con las mejores escenas de las pelis pornos que religiosamente le presta uno de sus colegas?
¿Qué interés tiene saber que es capaz de mear en un frasco de cristal para no bajar al lavabo comunitario o que es capaz de meneársela más de 10 veces en un mismo día?
Hete aquí el misterio.
168El caso es que no se trata de ciencia infusa ni nada por el estilo.
La respuesta es más sencilla que cualquier explicación ultraterrena: Matt sabe contarse (a sí mismo) de forma magistral.
En su anterior trabajo ‘Pobre Cabrón’ (La Cúpula) ya había quedado demostrada su pericia para exponer su penosa idiosincrasia. Algo que ha perfeccionado en esta nueva entrega.
Caricaturiza en la medida justa, mete insertos en el lugar oportuno e introduce las dosis de realidad y costumbrismo pertinentes (las conversaciones de cafetería con su compañeros de gremio Seth y Chester Brown funcionan como curiosidad biográfica para los más versados lectores, o como prueba del nivel de excentricidad que rodea al mundillo de los dibujantes de cómic para los neófitos).
Si a eso le sumamos la cuidada y excelente edición que ha realizado ‘Fulgencio Pimentel’ quizá podamos explicarnos el hecho de que un cómic protagonizado por un tipo lamentable y sin anécdota alguna destaque como uno de los mejores trabajos de esa tradición autobiográfico-expiatoria de la que hablábamos al principio.
La que inauguró Justin Green en ‘Binky Brown conoce a la Virgen María’ (recientemente publicado en castellano por la Cúpula), la que perpetuó Harvey Pekar y la que tiene en Chester Brown y a Joe Matt sus mejores continuadores.