Jamás un título ha definido las pretensiones de tantos miles de seres humanos (del sexo masculino en su mayoría) en tan pocas palabras. A estas alturas, quien más quien menos lleva una cierta experiencia -fructífera o no- en lides amorosos. Las conclusiones más frecuentes que extraemos son dos:a saber, que los hombres somos de la Luna y las mujeres de Marte, y que las niñas buenas van al cielo y las malas a todas partes. Nadie mejor que Mauro Entrialgo para desmitificar y derribar algunas de las concepciones preconcebidas que albergamos en nuestras mentes…y un poco más abajo.

“Ganas de Follar” es un recopilatorio de volúmenes anteriores editados por el Sr. Entrialgo, “El Demonio Rojo” y “Hablando en Plata”…ojo, no penséis que este trabajo tiene algún parecido con las obras de Álvarez Rabo: Aunque la temática pueda parecer la misma, la forma de aclarar dudas, establecer conceptos y plantear hipótesis es diametralmente opuesta. No es el objetivo de estos párrafos dilucidar cual es la más realista y brillante; eso os lo dejo a vosotros, mis queridos amantes de los comics.

El demonio rojo vendría a ser el ying de la personalidad masculina, (supongo que Herminio Bolaextra sería el “yang”) en lo relativo a las mujeres. Mauro Entrialgo parece presenciar escenas cotidianas entre los dos sexos desde el burladero, quizás eso es lo que hace que las experiencias narradas por él tengan ese aura de realismo “zen” que tanto me agrada. Parecería que el demonio rojo, un luchador de “pressing catch” de unos treinta y tantos, empeñado en alargar su juventud unos años más, a pesar de tener varios amigos encarrilados en el tedio de la vida cotidiana, fuera en realidad un extraterrestre enviado la tierra para analizar el fenómeno de la guerra de los sexos, y el porqué parecemos tan diferentes las mujeres de los hombres. Especialmente hilarantes son sus descripciones de las escaramuzas esporádicas, fruto de una noche de desenfreno. El demonio rojo disecciona milimétricamente cualquier tipo de relación con el sexo opuesto, tanto de las vividas por él como por sus amigos: un macarra de pocas luces, un “quiero y no puedo” realista, un calzonazos amargado, una devora-hombres ligeramente acomplejada y demás.

Pero no nos confundamos; el “Demonio Rojo” es un mujeriego pero no un vividor. Puede ser capaz de mearle a una chica en la cara, de mantener varias relaciones a la vez, de destrozar tópicos feministas baratos (que los hay, y de que manera) y de ponerle los cuernos a algún amigo suyo sin perder un ápice de elegancia, sin dejar de caer simpático, y sin dejar de respetar nunca a las mujeres. Eso no evita que se enzarce en discusiones (exquisitamente llevadas, eso si) con sus amigos, sobre los pros y los contras de comerle el culo a una señora obesa durante el acto sexual.

Seguro que habéis imaginado en primera persona en alguna de las escenas representadas, tanto si sois hombres como mujeres. Porque de esta obra se puede disfrutar independientemente del sexo y de la orientación sexual que tengáis…

Lo que hago y lo que me hacen
El Demonio Rojo en La Cúpula