Ana Penyas (Valencia, 1987) realiza en Estamos todas bien un retrato de sus abuelas, Maruja y Herminia. Un homenaje familiar que es al mismo tiempo el homenaje a toda una generación. Y lo hace contando sus particulares vivencias y sus recuerdos. Contrastando su presente, una vejez que como muchas tiene mucho de soledad, con su pasado tanto en los 80, cuando eran las encargadas de mantener y dar un empujón a toda una familia (más o menos numerosa), como en su juventud, en plena posguerra bajo un régimen dictatorial como el franquista.

Las dos vidas de las protagonistas contrapuestas tienen ciertas diferencias que Penyas retrata, pero también destacan los parecidos. En esas similitudes reside parte del interés del cómic: la apelación y puesta en evidencia de un rasgo común a toda una generación, esos detalles tan personales como comunes en tantas familias. Ana Penyas muestra sin tapujos sus recuerdos familiares, materia prima íntima e intransferible que le permite abordar temas universales y sobretodo realizar un relato reivindicativo de las enormes diferencias sociales vinculadas a cuestiones de género. Partiendo de la experiencia propia consigue retratar y dar voz a toda una generación de mujeres cuya experiencia ha sido silenciada en detrimento de la memoria histórica.

Estamos todas bien fue la obra ganadora del premio de Novela Gráfica FNAC/Salamandra de 2017, premio que ya lleva 10 ediciones siempre presentando trabajos interesantes de nuevos autores. En este caso una obra que tiene su origen en un trabajo de clase de Bellas Artes y que une el discurso narrativo propio del cómic con un estilo de dibujo enraizado en el mundo de la ilustración, marco en el que Penyas ha desarrollado un estilo propio. Dando lugar a un dibujo que remarca el uso del lápiz, utilizando un juego cromático limitado, que ayuda a identificar personajes y tiempos narrativos, y optando por una paginación apaisada.
Un excelente debut que ha despertado un sincero entusiasmo de crítica y público, esperemos que podamos ver más trabajos suyos en el complicado mercado patrio, donde a veces es más fácil debutar que establecerse.