Un escuadrón de avionetas sobrevuela el cielo haciendo GOHGOHGOHGOH, los pilotos abren las compuertas y dejan caer gigantescas rocas que hacen SHURURURURURU al desprenderse.
De pronto las rocas apiladas forman una enorme montaña. Un cañón gigante regurgita al son de GOROGOROGORO y recubre con un liquido espeso la montaña.
ZUBO ZUBO, un arsenal de árboles cae del cielo clavándose en la corteza. Luego unos inmensos rodillos trazan un sinfín de senderos y a continuación una serie de ingenieros de mirada totalmente inexpresiva empieza a decorar la montaña pegando riachuelos -como si de aironfix se tratara- y dibujando con rotulador pequeñas arboledas y hierbas.
Esta es una de las muchísimas historias que pueblan The New Engineering, un sorprendente tebeo de Yuichi Yokoyama editado por Picture Box que recoge en un solo volumen dos de sus trabajos más destacados: “Public Works” y “Combats”.

La presente edición incluye una entrevista con el autor y respeta a la perfección la original: las viñetas han sido subtituladas, dada la gran importancia que tienen los kanjis en todo este trabajo. Las onomatopeyas, los sonidos que producen la maquinaria pesada, el sonido de los golpes, el del las patadas y el de los objetos lanzados son parte fundamental de las viñetas de Yokoyama, una traducción de los mismos supondría una aberración absoluta, así que con buen ojo se ha optado por anotar al pie de cada página la traducción de los sonidos emitidos.
Las historias de The New Engineering están divididas en dos partes, las que pertenecen al terreno digamos puramente industrial (Public Works) y las que se refieren a los combates (Combats). Dentro del apartado industrial se enmarcan capítulos tan impresionantes como el de la construcción de la montaña y otros relatos protagonizados por enormes estructuras en vastos paisajes -que no sé sabe muy bien que hacen o que fabrican-, hombres que revisten sus cabezas con bolas de acero negro o ventiladores, ingenieros que viajan en extraños módulos rectangulares.

En el otro apartado, el de los combates destaca una lucha sin tregua entre un grupo de espadachines en una especie de biblioteca en la que Yokoyama se atreve a describir el sonido del libro atravesado por el sable, o el sonido de varios volúmenes lanzados sin piedad a modo de arma arrojadiza. Otra de las historietas relata un combate en una cocina con todo un despliegue de vegetales y alimentos repartidos a mansalva como si de proyectiles o balas se tratara. El punto culminante de la serie “Combats” es una delirante batalla campal entre unos tipos que asedian una ciudad entera desde unos carros de combate que se parecen a esos ingenios de los parque de atracciones que girando sobre un eje vertical dibujan grandes círculos.
Destacan también una serie de historietas cortas como Geranium: protagonizada por un tipo que se lanza al vacío para rescatar a un geranio en plena caída libre o “Memorial To Newton” en la que una horda de extrañísimos personajes (echen un ojo a la portada para hacerse una idea) trepan a un monumento esférico, parecido a un planetarium, y una vez en la cúspide abren sus brazos al cielo.

Dice Yokoyama en la entrevista que incluye la edición, que a él le interesa el formato de historieta porque a la pintura solo representa una escena y una única imagen y eso le impide serializar una acción que para el es lo fundamental. Dice también que sus dibujos se plantean el reto de narrar desde una perspectiva distinta, como por ejemplo la de un insecto, la de una máquina o la de un objeto inanimado (cosa que demuestra con creces en la historia del combate en la biblioteca donde realmente muchas escenas se viven desde el punto de vista de los libros).

Su narración se basa en la acción, en la mecánica, en los gestos y en el sonido de los mismos. Sus relatos se sitúan en las antípodas de la exploración psicológica y se enmarcan en el difícil intento de la exploración del movimiento y el ruido. Sus personajes son más representativos por como se visten y por como se mueven que por lo que dicen o sienten (de hecho no dicen casi nada y además tiene todos la misma mirada inexpresiva).

Puestos a intentar situar “New Engeneering” yo diría que está en algún lugar entre el eco de la poesía futurista italiana de principios del siglo XX (Marinetti sería fan de este japonés si aún estuviera vivo), la imagineria del stalinismo, Street Fighter, la Métropolis de Fritz Lang, el humor amarillo de Takeshi Kitano y el artista conceptual Sol Leawitt.