Coincide esta reedición de Gargots de Cesc con una espectacular retrospectiva de la obra del artista gráfico Saul Steinberg en la Fundación March de Madrid. En el prólogo de la edición original, del año 1969, Joan Fuster vincula el trazo de Cesc, nombre de pluma de Francesc Vila i Rufas (Barcelona, 1927-2006), con el de otros colegas suyos como Siné, Sempé o el propio Steinberg —”un écrivain d’avant l’alphabet”, como definió el poeta Claude Roy al dibujante de origen rumano.

La admiración por parte de poetas y escritores hacia el oficio de dibujante no es casual. La caligrafía del viñetista, como el verso del poeta, es una línea que no sale de la nada; hay un trabajo previo de documentación, meditación y escritura bastante ingente y de tendencia fallida; necesario para ser capaz de condensar el dibujo que pretende el artista, ya sea poético, satírico o resignado.

Este falso recopilatorio de trazos imperfectos recopila las creaciones gráficas publicadas en la revista Serra d’Or desde 1963 hasta 1968. Cesc se encuentra en un momento creativo delicioso, capaz de hablar de tú a tú con sus contemporáneos, como los fundadores de la mítica revista Hara-Kiri: Cavanna y Fred.

Hijo del también dibujante, ilustrador y bibliófilo Joan Vila (D’Ivori), en la década de los 60, Cesc lleva ya más de 10 años de carrera en el humor gráfico. Empieza haciendo una viñeta diaria en el Diario de Barcelona en 1952, y al año siguiente, con la inquietud propia de su carácter, ya se aventura a crear su propia revista de humor gráfico Tururut!, de corta existencia, pero adelantada a su tiempo y en la que participan lo más granado del dibujo catalán: Opisso, Muntanyola, Coll, Martz Schmidt, Escobar, Conti, Tinet o Peñarroya.

Siempre del lado de las clases sociales más desfavorecidas por el “desarrollismo español” —justo en 1962 publicaba una trilogía única centrada en El peó de camins, L’escombracarrers y La florista, las tres reeditadas por Kalandraka en 2017 [la edición original, a cargo de Lumen]—, Cesc desnuda las contradicciones del franquismo al salir de los años más duros de autarquía. Sus imágenes irónicas y tiernas retratan a la perfección las contradicciones de la sociedad catalana desde los años sesenta hasta los noventa, cuando se jubila.

Este 2024, el Gobierno de la Generalitat de Catalunya malbarató una oportunidad única para conmemorar el centenario de otro dibujante excepcional, Josep Coll (del que Norma Cómics publica estos días una excelente Retrospectiva: Coll. trayectoria de un historietista insólito) . Esperemos que en 2027, coincidiendo con el centenario del nacimiento de Cesc, no esconda la cabeza bajo el ala. Por respeto a una disciplina artística bien arraigada en nuestra tierra: la de dibujante.

Mientras tanto, podemos deleitarnos con Gargots, un libro que sigue vigente hoy en día, como recuerda Francesc Parcerisas —de nuevo un poeta—, en el prólogo de la nueva edición a cargo de Publicacions de l’Abadia de Montserrat. En 50 años, solo hemos cambiado las barracas por las tiendas de campaña del Decathlon. La miseria todavía nos roe los talones.En Madrid, en un entorno obscenamente lujoso, conseguido mediante el expolio más vergonzoso, recuperan otro lápiz único: Saul Steinberg.