Saturnino es sereno, un oficio de antaño, se dedica a rondar por la noche, vigilando la ciudad, marcando el paso del tiempo y conociendo a los más noctámbulos. Si hay un fuego nocturno es el primero en llegar, si hay un parto nocturno, el despierta a la comadrona de turno, despierta también a los primeros trabajadores y lleva a la cama a los sonámbulos. Saturnino es padre de cuatro niñas y esposo de Maribel.
Abril Vega es una escritora en busca de una nueva historia, por eso decide ingresar como paciente en un sanatorio mental, para poder hablar con propiedad de la gente que pasa allí sus días. Allí se encontrará con la enfermera Angelines para la que su presencia se convertirá en un pequeño enigma que irá creciendo con el tiempo. Dos historias que parecen paralelas en el nuevo trabajo de Luís Durán (Guipúzcoa, 1967), pero que Maribel, que trabaja en el hospital limpiando, puede que haga converger de forma sorprendente.
Gran regreso de Durán a la novela gráfica con este Los pájaros que al surcar el alba. Otro de sus trabajos poéticos, en que hay una o muchas historias que surcan las páginas de forma fluida, sencilla, no hace falta más que seguir las conversaciones de los personajes que van apareciendo, siguiendo sus pasos, sus circunstancias, Durán va creando esas tramas, que pueden ser breves o pueden ser el centro de una obra, que pueden ser paralelas o cruzarse de forma insólita. Pero al final no importa ni el inicio, ni el final, es el captar del momento y como lo afrontan los personajes lo que importa. Son las personas y no las historias lo que importa para Durán. Y con ello vuelve a tocar de fondo el tema del tiempo, un tema que ya fue central en su anterior obra magna de Orlando y el juego, cinco tomos publicados por Diábolo entre 2014 y 2020. Vuelve a tocar el tiempo desde otras perspectivas, el tiempo de la nostalgia, el tiempo que pasa para las personas mientras interactúan, las que nacen, las que mueren, el tiempo que anuncia las aves volando, o el tiempo detenido dentro del hospital mental.
El tiempo recurrente para muchos autores de cómic, un tema que aparece tanto en la obra de Luis Durán como en la de Paco Roca, cada uno con aproximaciones personales, pero sin duda un tema que les aparece de forma natural al utilizar un medio donde el control del tiempo es tan fundamental como en los tebeos. Durán lo hace de forma poética, mezclando géneros, y volviendo al pasado, un tiempo de serenos, de ciudades humanas, un pasado que no solo se ve reflejado en el dibujo, también en la forma de hablar de sus personajes, siempre cuidada al detalle, y que nos transporta a otro tiempo, otra época, para reflejarnos en ella.
Los pájaros que al surcar el alba vuelve a estar dibujada en un puro blanco y negro, donde las sombras y volumenes están conseguidos con esos pequeños trazos entrecruzados característicos de Durán, como sus rostros, sus personajes de cuellos largos, un dibujo que siempre ha sido personal, fácilmente identificable y con el que ha adquirido tanta maestría que puede dibujar todo lo que quiera y como quiera sin perder ni ápice de su personalidad. Durán es un orfebre de los tebeos, desde finales de los 90 ha trazado una trayectoria coherente y consistente, recibir un nuevo trabajo suyo es siempre una alegría y este no defraudará a sus lectores.