Guerlain vive con su hijo pequeño en una lujosa mansión en el campo. Sin embargo, no todo es lo que parece, y la apacible vida del protagonista se verá interrumpida por las largas noches de insomnio en las que cree ver una presencia en la casa.

Tras el fantástico Rosa, Gaëlle Geniller (Saint-Priest, Lyon, Francia 1996) nos trae un cómic nuevo e igual de espectacular que el anterior. Con una línea fina y delicada, el dibujo de Geniller destaca por su nivel de detalle, con claras influencias del art decó y el gusto por las texturas y estampados en la ropa y mobiliario. Con el color no sólo resalta las calidades de colchas, jarrones, numerosos cuadros, flores y plantas, sino que además dota a las páginas de atmósferas acogedoras y pacíficas, o siniestras cuando nuestro protagonista está al amparo de la noche. Esta mezcla de tonos cálidos y fríos y degradados en las viñetas nocturnas ayudan a acompañar a Guerlain en su sensación de que, efectivamente, hay algo entre las sombras.

En la composición de página nos encontramos gran variación entre tamaños y formatos de viñetas, a veces acompañándolas con un marco muy decorado con un retrato del interlocutor cuando los personajes hablan por teléfono. Estos recursos mantienen la lectura fresca e interesante en todo momento, sabiendo manejar perfectamente la tensión.

Después de medianoche es un cómic elegante y sensorial que coquetea con ciertas tendencias góticas de casas encantadas, aunque manteniéndose más en el misterio. Atmosférica e impecable en sus decisiones estilísticas, es otra gran obra en la carrera de Gaëlle Geniller.