Absorbente hasta el punto de tener que hacer un esfuerzo para parar de leer (y tener alguna que otra pesadilla en el impasse nocturno entre los dos días en los que he tardado en leérmelo) es la mejor forma de describir este inquieto thriller con mínima premisa fantástica. Adelanto que dicha premisa no es novedosa pero sí que lo es el empleo que se hace de la misma para un relato de tintes hitchcocknianos muy claros.
Por dejar dos apuntes de la sinopsis, esta es la historia de David, un fotógrafo que en una fiesta se encuentra con una misteriosa mujer y a la mañana siguiente nada volverá a ser lo mismo. Los Harari, Arthur Harari (París, Francia, 1981) y Lucas Harari (París, Francia, 1990), proponen un giro que se desenvuelve hacia el thriller más clásico, uno que conlleva jugar con el lector, ir ofreciéndole amagos de avance y al mismo tiempo hacerle entender que la verdad está todavía aún más lejos. Una espiral perfectamente trazada que hace amagos muy sutiles de cuestionamiento de la identidad tanto a nivel social como político, sin llegar a meter abiertamente las manos en el barro. Tira, al final, el thriller puro, ahondar en cómo la situación afecta psicológicamente a los personajes y hacia dónde los lleva. En ese terreno, El caso David Zimmerman sabe ejecutarse como un proceso febril y desconcertante, que gusta de potenciar lo aciago.
Uno podría decir que el estilo de Harari tiene poco a destacar. Y sin embargo, para esta historia, la sobriedad, la convencionalidad en la composicion y en la narración y la ausencia de efectismos funciona como un tiro. Acaso sus mayores desviaciones son esos planos silenciosos de la ciudad que ayudan a crear atmósfera de intriga y algo de desolación. La paleta, especialmente fría con algún cálido, le da un leve toque de noir y, en conjunción con el estilo de dibujo, en ocasiones deja alguna semejanza con los cómics de Charles Burns.
Lectura más que recomendable, le saco un pero al formato. Hubiera sido más genuino un estilo más de novelita pulp cuya portada precisamente parece tirar por ahí.