No es casualidad que el libro de Brecht Evens se nos presente en lo referente a sus dimensiones y formato precisamente como un álbum infantil ilustrado, mostrándose (otra vez) como lo que no es. Puede que de ese modo logre que el lector deje de lado cualquier prejuicio y baje sus defensas ante lo que entiende será una distracción inocente. Pero nada más lejos de la realidad. Este desconcertante relato sobre las apariencias tiene además consecuencias palpables. Tras su lectura lo que queda es un poso amargo, deja algo -a falta de encontrar una palabra más adecuada- en la boca del estómago que impide que se olvide con facilidad. Y deja también muchos más interrogantes que certezas. Como si fuera un huevo Kinder, Pantera esconde una sorpresa tras su apariencia colorista y brillante. La diferencia radica en que mientras los consumidores de ese dulce de chocolate esperan con ansia su contenido, los lectores del último trabajo de Evens no sabemos muy bien a qué atenernos y nos da miedo pensarlo.
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