Cuando uno lee “Estafados” le da la sensación de que hay algo que no encaja del todo.
No sé si es esa manía por inventarse hasta los nombres de grupos y las canciones (con muy poca puntería por cierto) o si es el abuso de los digamos “planos medios” en las viñetas que se repiten hasta la saciedad.
No se equivoquen no pretendo decir que Alex Robinson debería ser más academicista. Todo lo contrario creo que en “Estafados” se nota un ejercicio de contención y cierta pretensión narrativa que echan al traste una buena historia. Para empezar me parece que hay un abuso en describir al detalle el contexto de los personajes y una cierta falta de ritmo.
Bien es verdad que las primeras páginas son bastante sugerentes: la presentación de cada uno de los protagonistas está muy en la linea de películas como Short Cuts, Magnolia o Happiness. Pero la cosa pierde fuelle al poco de arrancar cada una de las historias. Los personajes poco a poco pierden credibilidad porque son demasiado estereotipados (en lo bueno y en lo malo) y la verdad es que el tipo de dibujo no casa muy bien con lo que se cuenta.
Al margen de todas estás “limitaciones” hay algo que sin embargo engancha: la manera en que se cruzan los 6 protagonistas de la novela y sobretodo las ganas de saber como va a acabar todo. Pero es una lástima porque esto ocurre casi hacia al final y uno podría llegar a pensar que con la mitad de páginas hubiera sido suficiente. Solo hacia el final se desmelena el propio autor: los dibujos en espiral del final no son la bomba pero le dan vidilla a una historia demasiado encorsetada y obsesionada en plasmar la cruda realidad con un resultado ciertamente desigual. Demasiados altos y bajos.