Tiempo que dura esta claridad es una colección de relatos de extensión variable, pertenecientes a otro tiempo (“Y ahora” –apunta Del Barrio- “el mundo ya no es su mundo”), que dejan más interrogantes que certezas. Pues más que contar una historia, más que explicar una sucesión de hechos, buscan provocar un efecto, una impresión. La base no la componen los sucesos sino los sentimientos, porque en esencia los guiones de Gálvez no parecen serlo, no siguen una pauta o una serie de directrices fijas, parecen más bien indicaciones, ideas surgidas a partir de un diálogo, de una conversación, de una emoción. Interpretadas a través de un dibujo elegante y estilizado, sencillo y moderno, profundamente evocador, basado en una realidad íntima plasmada con delicadeza o con furia según convenga. Historietas exigentes con el lector, al que le otorgan autonomía a la hora de descifrar al mismo tiempo que le imponen condiciones: la amplitud de las elipsis, los textos justos, los enigmas.