Akino acaba de empezar a trabajar en unos grandes almacenes. Poco a poco aprenderá cómo ayudar a los clientes a encontrar lo que necesitan, ya sea ropa, perfumes o incluso que una pedida de mano vaya bien. Sin embargo, es un trabajo muy peculiar, ya que los que asisten a esos grandes almacenes son animales extintos.
Con este curioso giro comienza La conserje de los grandes almacenes, un manga escrito y dibujado por Tsuchika Nishimura (1984, Kōbe, Prefectura de Hyōgo, Japón). Con una línea delicada y elegante y un fino trabajo de rayado, el mangaka plasma toda clase de animales que van al comercio a hacer sus compras (muy bien vestidos, todo hay que decirlo). Este estilo de dibujo tan minucioso y simpático puede recordar al de autores como Maurice Sendak o Tove Jansson, dándole un aspecto algo retro y familiar.
La conserje de los grandes almacenes sigue esa línea de obras que tratan sobre profesiones que tanto abundan en la literatura y el manga japonés. Sin embargo aquí además del confort de los capítulos autoconclusivos con final feliz, hay una cierta tristeza, un tono agridulce debido al hecho de que los clientes de Akino son animales que ya no pueblan el mundo o que están en vías de extinción. Que muchas de esas extinciones sean culpa del ser humano hace que la creación del centro comercial sea un intento de enmendar el error, de mimar y atender a todas esas especies, aunque sea tarde.
Por su tono melancólico y un dibujo encantador, La conserje de los grandes almacenes resulta un manga muy único y especial. Espero que tras el éxito de la adaptación al anime traigan más obras de Tsuchika Nishimura en castellano.