Al poco de publicar La Darrera Reina (en diciembre de 2022) su autor Jean-Marc Rochette (1956, Baden-Baden, Alemania) declaraba que este iba ser su último cómic. El esfuerzo, su estado de salud y el deseo de dedicarse por completo a la pintura y la escultura fueron algunas de las razones que expuso. El anuncio coincidió con el llamado affaire Vivès (caso Vivès): El festival de Angoulême decidió desprogramar la exposición que iba dedicar a Bastien Vivès tras la denuncia ante la justicia de la asociación para la protección de menores Innocence en danger por “difusión de imágenes pedo-pornográficas”. Rochette declaró entonces: “No puedo apoyar lo que ha hecho Bastien Vivès. No lo defiendo. Pero tampoco puedo apoyar esta justicia callejera. Lo que ocurre en las redes sociales alrededor de este asunto, esta ya no es mi época (…) Es muy bueno que se haya presentado una denuncia pero estoy en contra de los linchamientos generalizados”. Esta suerte de desencanto que transmitían sus declaraciones se entendió como otro de los motivos de su ‘jubilación’ como dibujante de cómics.
Rochette fue de los pocos autores que se ‘atrevió’ a hablar en un momento en el que la mayoría del colectivo optó por el silencio. Inconformista y de fuertes creencias republicanas, siempre ha aprovechado la ocasión para subrayar la importancia de la libertad en todos los ámbitos. Parte de esos principios quedan plasmados en La darrera Reina. Una historia en la que se sintetizan algunas de sus pasiones como la montaña, el amor por la naturaleza, el arte y también su peculiar juicio crítico hacia la sociedad. Todos estos aspectos aparecían ya en sus obras anteriores. En el cómic que le catapultó como todo un referente, Rompenieves (Norma Editorial, 2020) -adaptada al cine y también en formato serie- ponía en tela de juicio el futuro de las sociedades ‘avanzadas’ con una trepidante distopía que paso a ser un referente indiscutible del cómic. En Ailefroide, altitude 3954 (2018, Casterman) trazaba una suerte de autobiografía en clave de carta de amor al alpinismo, una de sus pasiones. Y en el El Llop (2020, Símbol editors), ponía ya sobre la mesa la difícil relación entre el ser humano y los animales.
En la Darrera Reina aprovecha para añadir nuevos temas de reflexión y para romper cierta imagen de virilidad asociada a su obra. En el centro de esta historia sitúa a varios personajes femeninos de un carácter fuerte; la madre Édouard, o Jeanne, la escultora que comparte protagonismo con Édouard.
La historia arranca en 1898 en el macizo de Vercors, una cadena montañosa de los Alpes. Allí Édouard será testimonio de la muerte del último oso. Años más tarde al regresar com un gueule cassée (desfigurado) tras su participación en la Primera Guerra Mundial conocerá en París a Jeanne Pollet una escultora que le construirá una prótesis facial. Édouard y Jeanne regresarán a las montañas con la metafórica presencia del espíritu del último gran oso y como único refugio de una sociedad que no parece tenerles en cuenta.
Mezcla de dibujo realista con pasajes de cierto tono pictórico, Rochette vuelve a hacer aquí gala de su trazo enérgico. Dibuja la naturaleza con la misma pasión con la que parece contemplarla y construye una historia con un guion que sabe mezclar referencias históricas, como la gran guerra o la efervescencia artística de Montmartre del París de la postguerra, con una gran historia de amor. Un trabajo mayúsculo que presume de las mismas virtudes que las grandes novelas. Una lástima que Rochette haya anunciado su retiro, perdemos a una de los mejores voces del cómic, un autor sin ataduras morales condicionadas por las corrientes de pensamiento predominantes que no parece empecinado en estar siempre en la lado bueno de la historia. Incomprensiblemente sus últimos tres cómics no han sido traducidos al castellano. Por suerte Símbol Editors sí ha editado en catalán, y con una muy buena traducción de Miquel Bassols i Puig, sus dos últimos trabajos.