Era los años 60 cuando Sempé y Goscinny aunaron su talento para crear uno de los personajes más legendarios de la ficción infantil-juvenil: Le Petit Nicolas (El Pequeño Nicolás). Han pasado bastantes décadas desde entonces. Las historias de gamberrismo escolar de Nicolas han mantenido el gancho y todavía provocan risas y buenos momentos. Pero aquella (ya lejana) realidad, sobre todo a ojos de un niño de hoy, es algo así como el mesozoico. Muchos de sus referentes han pasado a mejor vida muy a pesar del enorme ingenio de Goscinny a la hora de retratar y trasladar todo el ambiente escolar: Los niños de ahora no le dan al yoyo ni se van a liarla parda a una librería, los niños de ahora sueñan con las (terribles) florituras capilares de sus héroes futbolísticos, le dan al spinner  (para desestresarse, no para jugar) y si algo ansían es el hecho de hacerse con un iphone o de convertirse en youtubers de éxito. No es un reproche, ni una apelación al manido cualquier tiempo pasado…, es la pura realidad. Esa enorme diferencia entre la candidez de aquellos niños y la astucia y la madurez de los de ahora salta a la vista a cualquiera y de hecho es algo que pone de manifiesto magistralmente esta primera entrega de los Cuadernos de Esther. 

Sattouf vuelve a dar aquí una auténtica demostración de su agudeza como observador de nuestro tiempo. En este caso pone el foco en las vicisitudes de Esther, una niña parisina de 10 años, hija de unos amigos del autor, que se cruzó en su vida mientras estaba en pleno proceso proustiano: recuperando sus años de infancia para su particular biografía El Árabe del Futuro. Él mismo cuenta como se quedó descolocado cuando la niña le explicó lo que hacía en el colegio, cuales eran sus gustos y sus aspiraciones futuras. Le dio la impresión de “estar frente a un extraterrestre”. Aquella realidad no se parecía en nada a la de sus años mozos. El tremendo abismo entre su niñez y la de Esther fue el detonante que le empujó a contraponer la experiencia de su infancia con las de aquella niña y lo posteriormente se tradujo en esta nueva serie de tiras originalmente publicadas en la revista  Le Nouvelle Observateur.

Un eslabón más en la prolífica y espectacular carrera del que a día de hoy es sin duda uno de los autores franceses de BD más importante, tal cual. Por méritos propios. Sattouf ha conseguido trasladarnos con cada uno de sus trabajos a una realidad precisa: ya fuera la de los quinceañeros en plena explosión hormonal de La vida secreta de los jóvenes, o a la de los loosers empleados en una tienda de videojuegos (Les Pauvres aventures de Jérémie) sin chirridos, sin artificios, sin grandes despliegues narrativos pero con una pasmosa capacidad para trasladar al lector al lugar, a las circunstancias y al momento que viven sus protagonistas. Realismo puro con el acento siempre puesto en la vis más cómica de cada una de esas particularidades y alejado de cualquier prejuicio. Un autor genial que parece estar en constante estado de gracia.