Al apostar, asimismo, por un alto grado de naturalismo y de sinceridad, Kim renuncia a cualquier ramalazo sentimentaloide o moralista, pues al fin y al cabo, para él, aquello fue una auténtica aventura, como reconoce en más de una ocasión, en contraste con la situación de sus compañeros de viaje. Va recordando con pulcritud cronológica, desmenuzando los pormenores si el argumento lo exige, o pasando por alto cuestiones intrascendentes. Sabe seleccionar bien los momentos, dosificar la información y equilibrar los diálogos con los textos de apoyo para evitar que no suenen ni reiterativos ni huecos. No hay énfasis, ni escenas culminantes, dotando al cómic en su conjunto de un innegable valor testimonial, como si los diferentes narradores estuvieran contándonoslo directamente a nosotros mismos.
Leer toda la reseña