Sally, la hermana de Carlitos, está saltando a la comba tan contenta. De repente se para y se pone a llorar a moco tendido. Linus acude corriendo y le pregunta qué le pasa. “Pues no sé… estaba saltando a la cuerda… todo iba bien…cuando… no sé… ¡de pronto , todo me ha parecido fútil!”.
Me acuerdo perfectamente del día que leí esta historieta. Debía ser el primer año de instituto, recién descubría a Sonic Youth y el “odio” de Peter Bagge mientras seguía devorando los tebeos de Lobo con la cara llena de granos.
Me sentía diferente a los demás, con la soberbia de los 15 años y las inseguridades propias de la edad multiplicadas por un número igual a los granos que tenia. ¿He dicho ya que eran bastantes? El caso es que un día dieron una peli de Carlitos por la tele y me dio por releer las tiras. Como adolescente retraído que era, no me costó nada identificarme con Carlitos, con su frustración por la enorme diferencia entre lo que le gustaría ser y lo que en realidad es, y por sus problemas con las chicas (con LA chica en realidad).
Pero no fue hasta esa historieta que me decidí. Fue como ese momento en el que el hoolligan decide tatuarse en el pecho el escudo de su equipo: Schulz era un genio y “Carlitos y Snoopy” el mejor tebeo de la historia. Aquellas páginas explicaban mucho mejor que yo cómo me sentía. Y lo hacían de una forma sencilla, como sin darle importancia. Y a la vez no simplificaban nada. Desde aquella historieta, he buscado muchas veces consejo en sus páginas y nunca me han fallado.
Cuando Fantagraphics anunció la publicación de “Complete Peanuts”, os podéis imaginar lo contento que me puse. Las tiras más antiguas eran muy difíciles de ver y eran una auténtica maravilla. Tenían más detalles, y los personajes todavía estaban naciendo. Snoopy caminaba a cuatro patas, las niñas era más crueles y Carlitos más pícaro y cascarrabias. Las cabezas de todos eran más redondas. Pero todo estaba allí.
La feliz coincidencia del sexto volumen de “Carlitos y Snoopy, 1961 A 1962” (Planeta de Agostini ) en castellano con “Así es la vida, Charlie Brown” (El Aleph editores) ayuda a comparar. El primero comprende las tiras de los años 1961 y 1962: Sally empieza a ir a la escuela, con la que enseguida entabla una relación amor-odio, a Linus le ponen gafas, le trastean la manta (Lucy fabrica una cometa con ella y la deja volar). Aparece Frieda, la niña con rizos naturales que consigue poner de los nervios al resto de niños sin excepción, Snoopy se transforma en alto ejecutivo y buitre (no a la vez),…
En el segundo encontramos tiras desde finales de los años 50 a mitades de los 70, un período amplio en el que vemos la tira ya madura, tal como seguiría a partir de entonces. El grueso de las tiras son de los años 60, y se parece a las antiguas ediciones de Grijalbo/Mondadori (las alargadas, si) pero a lo grande.
Aquí ya encontramos maduras algunas de las ideas que apuntaba Schulz: Sally ya habla con la escuela (uno de mis hilos argumentales favoritos, sobre todo cuando Sally está de vacaciones y la pared de la escuela la echa de menos), vemos los equívocos amorosos entre Peppermint Patty y Carlitos, imaginados por ella mayormente, el equipo de Carlitos pierde todos los partidos, San Valentin sigue siendo una tortura cada vez más grande, vamos, todos los temas clásicos de la tira.
Imposible elegir sólo uno.