El gran renovador del cómic quebequés, Michel Rabagliati (Montréal, 1961), creció imitando el trazo de los clásicos de la historieta francobelga que leía en las revistas Spirou y Tintín: Hergé, Franquin, Jijé. Con los años, abandonó esa afición para embarcarse en una larga carrera como diseñador gráfico e ilustrador comercial. El azar quiso que en 1990 la editorial canadiense Drawn & Quarterly requiriera sus servicios para realizar el logotipo de la editorial, lo que propició el reencuentro del autor con la historieta en la fecunda cantera de Chester Brown, David Collier, Seth, Julie Doucet y Joe Matt

Inspirado por esa fértil veta y sus raíces en el cómic francófono, Rabagliati, con 36 años, comenzó a trabajar en su propia historieta de tintes autobiográficos, Paul. En 1999 aparecía en el sello quebequés La Pastèque, Paul en el campo, primera entrega de una prolija serie publicada en nuestro país por Fulgencio Pimentel y Astiberri, premiada a ambos lados del Atlántico. “Alrededor del 80%” de lo que explica en Paul es autobiográfico. “Como bien dijo Michel Tremblay, uno de los más grandes escritores de Quebec, la vida es demasiado plana para contarla tal como es”, aseguraba hace unos años Rabagliati en una entrevista concedida a la web bdtheque.com.

Como sucedía con Walt y Skeezix en Gasoline Alley o con Maggie y Hopey de Locas, para Paul pasan los años al mismo tiempo que para el autor y los lectores. Paul envejece con nosotros, y sus preocupaciones, filias y fobias avanzan en concordancia con las nuestras. Paul en casa, última entrega, publicada este 2025 por Astiberri, se asoma de manera cruda a la mediana edad. Soledad, vejez e insatisfacciones dibujadas con humor, tristeza y dolor. 

Paul está deprimido. Su mujer le ha abandonado, su madre está gravemente enferma, ya no ve mucho a su hija y ha llegado a la cincuentena. Rabagliati no rehúye las cuestiones íntimas, las aborda como mejor sabe, con un trazo dinámico, clásico y elegante, que va de la caricatura a lo dramático con pasmosa facilidad. Caracterizado por su profunda perspicacia y por su voluntad de burlarse de los defectos de la vida, Paul en casa es una reflexión sobre la pérdida y los cambios, cada vez más inquietantes, que sobrevienen con la edad. Paul es un álbum que nos enfrenta a la decrepitud y la muerte, esas compañeras de viaje que cada vez nos acompañan más. El inexorable paso del tiempo se digiere mejor con el humor característico del autor quebequés. Mención especial merece el sentido homenaje que hace a su pasión por la tipografía en esta historia. Este álbum le valió a Michel Rabagliati la segunda Fauve en Angoulême, premio a la mejor serie en la edición de 2020