Nicolas de Crécy es uno de los pocos autores de cómic europeo que ha podido entrar en el universo del cómic japonés e instalarse cómodamente en él. Vivió en Kyoto, ha hecho manga y le gusta usar los códigos del cómic japonés en sus propios trabajos. La mezcla de estilos y temas japoneses y europeos hacen de muchos de los cómics de de Crécy un híbrido perfecto de las dos culturas. De ahí que tanto en Francia como en Japón consideren La República de la lucha un manga a la francesa. Sabemos por el mismo autor que este trabajo es la adaptación de una serie de cortometrajes que abandonó hace años sobre un pingüino y su amante y que recuperó adaptándolo a las exigencias que la revista Ultra jump le impuso para una publicación mensual que apareció entre agosto de 2014 y marzo de 2015.
Mario, nombre impuesto por los editores japoneses, tiene un taller de pianos en el centro de una megalópolis que, a priori parece París pero acaba rodeada por el mar y poblada de edificios altísimos más propios de Tokio. Mario vive con un pingüino que interpreta al piano las melodías preferidas del debilucho y enclenque gerente cuatro ojos. El sobrino de Mario, Enzo es el jefe de la República de la lucha, una especia de yakuza europeizada que controla la ciudad y que quiere librarse de Mario para convertir el taller de pianos en una sala de juegos. Así que Enzo manda a su tío a una misión sin retorno. Lo que sigue es una lucha entre los matones de la república de la lucha y los fantasmas o yokais inspirados en la mitología Shinto, que Mario encuentra por el camino.
Una gran bola de pelo cíclope , un extraterrestre con brazos elásticos y una princesa siempre oculta tras un velo y hecha de mil enfermedades. Seres que permanecían en letargo apartados del mundo y que despiertan al son de la música interpretada por el pingüino. Delirantes criaturas sobrenaturales que formarán un comando para ayudar a Mario, primero a huir de media cabeza motorizada, clarísimo auto-homenaje al narrador de Bibendum celeste y después de los secuaces de la república de la lucha. Dos bandos que según de Crécy también aluden a la existencia de un Japón oscuro, el Japón de aquellos que no pueden soportar la presión social y se ven relegados a la marginalidad. Japón debe ser fuerte y aquellos que no representan esa fortaleza desaparecen a lugares semejantes a la fábrica abandonada en la que Mario encuentra a sus monstruosos compañeros.
Pero en este primer volumen Mario y Enzo no han terminado de ajustar cuentas y Berenice, atractiva luchadora de la que Mario está enamoradísimo seguro que tendrá un papel fundamental en la segunda parte de esta aventura. Esperamos la segunda entrega tan fascinados por el mundo de los yokai como el mismo de Crécy.
La república de la lucha
Nicolas de Crécy
Ponent Mòn
Por Silvia Aymí
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