Muchos son los que se dejaron llevar por la tensión y el suspense de “Dragonhead”, uno de los seinen más efectivos publicados en nuestro país en los últimos años. A lo largo de diez volúmenes, Minetaro Mochizuki nos mantenía en vilo con una historia protagonizada por una pareja de jóvenes estudiantes y que se desarrollaba en un Japón post-apocalíptico, aunque muy cercano en el tiempo a la actualidad. También convenció con el breve relato “La mujer de la habitación oscura”. Ahora, Glénat publica en nuestro país el primer volumen de la serie abierta “Maiwai”, obra que Mochizuki empezó a editar en Japón hace tres años.
“Maiwai” es una palabra que se utiliza para referirse a los convites o fiestas que los pescadores japoneses celebran cuando se cobran piezas de tamaño extraordinario. Y es que, para sorpresa de los seguidores del autor, estamos ante un manga que se desarrolla entre barcos y mares surcados por piratas y buscavidas. Para nuestra desgracia, “Maiwai” no guarda demasiados puntos en común con la obra previa de Mochizuki. Más bien al contrario, se trata de un manga en el que la aventura y un cierto humor toman todo el protagonismo, pese a tratarse de un cómic seinen (ciertas escenas violentas y algo de sexo deben haber propiciado esa consideración).
La protagonista es una chica de quince años aventurera y luchadora de artes marciales que, tras el alquiler de una habitación en su casa por parte de un curioso joven, descubre el interés que una banda de piratas tienen en los descubrimientos que había hecho tiempo atrás su abuelo.
Atendiendo al argumento, no es de extrañar que el Mochizuki con el que aquí nos encontramos sea diametralmente opuesto al que conocimos en la asfixiante “Dragonhead”. El autor japonés mantiene en todo momento un ritmo ágil y sin altibajos, pero decepciona por el tono que le imprime a la historia, por un dibujo más tosco de lo recomendable y por unos personajes demasiado paródicos para un seinen (esos piratas que usan máscaras de lucha libre mexicana a lo Santo o Blue Demon y que lucen orgullosos piezas de ropa interior femenina robada; una protagonista que se agarra los pechos en los momentos de tensión o duda).
Quizás, al tratarse de un primer volumen de una serie abierta, sea pronto para juzgar “Maiwai” como es debido, pero las primeras impresiones llevan a pensar que Mochizuki ha preferido dar forma a un manga simpático, de ritmo rápido y a años luz de la complejidad emocional de su obra más apreciada. Hasta que se demuestre lo contrario, una decepción en toda regla.