Los tebeos pueden sorprender de muchas formas; los hay que lo hacen por sus contenidos, otros por sus contenedores. Algunos juegan con los formatos, otros juegan con los argumentos o con las historias. Pero no es habitual encontrarse con uno como La chica del templo, recientemente publicada por Sapristi, un tebeo, o más bien un manga hecho aquí, que sorprende y crea extrañeza en todos los sentidos. Kidô, alter ego de Elisabeth Casady (Barcelona, 1992) y Jordi Pastor (Barcelona, 1977) han hecho la doble pirueta en La chica del templo creando un manga eroguro explícito y contundente. El eroguro es un género japonés muy propio, una mezcla de terror y sexo explícito de forma extrema, que roza lo censurable y que solo se puede explicar en un contexto cultural como el del país del sol naciente, a veces muy alejado de las concepciones morales occidentales. Pero es cierto que desde hace hace años la cultura japonesa se ha ido colando en Occidente poco a poco y ha generado enorme curiosidad y pasión por su exotismo, así que era inevitable que también llegase este género a Occidente, después de que autores como Suehiro Maruo, Shintaro Kago, Hideshi Hino o Junji Ito hayan calado en nuestro imaginario lector.

 

Kidô y Pastor han absorbido esas influencias y ahora dan su propia interpretación. Lo hacen con total fidelidad al género, no solo en la temática, en la que presentan unas historias de horror y alto contenido explícito del sexo más perverso, en una estructura de relatos enlazada por la historia de dos adolescentes, Kenji y Rui, que se ven tentados por una extraña presencia en un templo japonés a través de esas historias de soldados lisiados con graves trastornos y perversiones, o de doctores que buscan la redención en el desmembramiento, o la historia de un prostíbulo para yokais. Una estructura del relato de terror que tanto recuerda a los capítulos de Creepshow como a la estructura más clásica de las historias de Shigeru Mizuki. Y si el contenido es intencionalmente japonés, también lo es el formato de manga buscado, que incluso se adapta a la lectura de derecha a izquierda. Efecto que se une a un sorprendente estilo gráfico que saca Pastor, autor todoterreno que tanto puede hacer guiones para otros dibujantes como dibujar en diversos estilos como en Cátalogo de Búnkers (Astiberri 2017). Aquí realiza un estilo manga con mancha negra, con figuras muy estilizadas, que a veces no tienen ni rostro, pero que, cumpliendo con el género, muestran, muchas veces de forma explícita y grotesca, las escenas más escabrosas que el relato plantea, sin perder una elegancia formal y dominando la fluidez de la narración. Así, La chica del templo consigue su objetivo de transmitir extrañeza y ese malestar morboso con el que juega el eroguro.

 

Una apuesta arriesgada la de Sapristi, que sorprende con un cómic para un nicho de lectores adultos y conocedores de un género en principio minoritario. Manga español pensado para competir directamente con títulos japoneses. El material tiene la calidad necesaria para lanzar este órdago a los lectores que busquen emociones fuertes.