Es una lata el trabajar, todos los días te tienes que levantar…O eso cantaba Luis Aguilé en 1973. Desde entonces nuestra relación con el trabajo parece que ha cambiado, y no en todos los casos a mejor. Sobre esa relación con el trabajo se pregunta Fabien Toulmé (Orleans, Francia, 1980) en su serie sobre reflejos del mundo, escrutando respuestas en distintas partes del mundo. Primero en Texas, buscando protagonistas de la gran dimisión que dio lugar tras la pandemia del 2020, cuando un par de años después muchos trabajadores de los U.S.A. dimitieron de sus puestos buscando alternativas que diesen más sentido a sus vidas. Luego viaja a Corea del Sur para relatar las experiencias de trabajadores llevados al límite en un sistema capitalista hiper competitivo. Y acaba su búsqueda en las islas Comoras, uno de los países más pobres del mundo, con una pequeña industria de aceites esenciales y donde se plantean nuevas formas de organización colaborativa en su explotación.

Toulmé viaja y hace este tebeo en forma de reportaje para mostrar esas nuevas relaciones con el trabajo y plantear la reflexión del lector, aunque sin esbozar directamente la conclusión, que deja abierta, aunque insinuada claramente en lsus páginas; la enfermedad es el capitalismo y sus consecuencias que la gente deje de encontrar sentido en trabajos extenuante, ni que sean bien pagados. O como cada vez se trata de precarizar más a los trabajadores en pos de mayor beneficio para los accionistas. Unos excesos que crean cada vez más desafección por la cultura del trabajo y su ética protestante que fue el motor durante gran parte del siglo XX.

Toulmé presenta también posibles alternativas que se plantean viables pero poco probables de llevarse a cabo en un sistema que se niega a propiciar los cambios que podrían beneficiar al planeta y a la mayoría de sus habitantes. Lo hace de forma didáctica, se dibuja como personaje en su cómic le sirve para representar la interlocución de los protagonistas que va entrevistando, con un estilo sencillo y amable de dibujo, sin muchos peripecias gráficas basándose en una paginación de 2×3 viñetas, donde los globos siempre están ordenados, buscando siempre la facilidad de lectura para todo tipo de lectores, incluso los menos versados en la lectura de cómics. El uso del color para ayudar a la compresión, en cada capítulo usa tres paletas monótonas para relatar el presente, el pasado que le relatan sus entrevistados o las alegorías que necesita para enmarcar el tema.

Un estilo de cómic muy en la línea de los documentales gráficos de Guy Delisle y Riad Sattouf, ese estilo de cómic periodístico que ha encontrado su espacio en las librerías y que cada vez es más común y apreciado. Estamos ante un cómic de lectura pausada que invita a reflexionar sobre algunos de los síntomas de esa enfermedad que es el capitalismo desbocado, que esperemos no sea terminal.

Fabien Toulmé: "La idea del trabajo como algo sagrado está profundamente  instalada en nuestra cultura"