La belleza es el tema del cuarto ensayo gráfico traducido al castellano de Liv Strömquist (Lund, Suecia, 1978), en particular la belleza humana (sobre todo la femenina) y cómo se entiende en los tiempos del capitalismo de la atención. El canon de la belleza femenina ha ido evolucionando a lo largo de la historia, siempre condicionada por las convicciones socioeconómicas de la época, y siempre sin tener mucho en cuenta a las mujeres. Strömquist parte de los orígenes de los actuales cánones, buscando ese gusto por la delgadez extrema en las emperatrices Josefina de Beauharnais e Isabel de Baviera, ‘Sissi’ y su competición de cinturas delgadas. Ese canon de belleza y exposición pública que se ha ido transformando primero para gustar a los hombres, luego a la sociedad y que ahora en el capitalismo de la atención de la redes sociales se ha transformado para que las neurosis de los personajes públicos sean comunes a todos los mortales. Según Strömquist nos acerca a que seamos como la madrastra de Blancanieves, y en ese sentido, ve justificada su actitud; cómo no iba a verse amenazada si le roban lo único que tiene. Y es que la belleza es un valor complejo para asimilar en el capitalismo, un valor volátil que el tiempo se encarga de hacer caducar. Una gestión complicada que vuelve a explicar con el ejemplo de la emperatriz ‘Sissi’.
Strömquist demuestra de nuevo su gran maestría para presentar temas complejos y saber sacarles jugo utilizando herramientas gráficas. Su forma de exponer los temas es directa, su ensayo está siempre muy documentado para apoyar su argumentario con multitud de referencias. Y siempre con esa visión feminista. Tiene claro que quiere explicar y cómo lo quiere explicar y lleva al lector directo a ese mensaje y a sus conclusiones. Siempre es interesante conocer/leer su punto de vista, por lo que se aprende y se descubre y por que las reflexiones suelen ser muy acertadas. Aunque a veces al ser tan directa presenta sus ideas sin contextualización ni alternativas forzanso un poco al lector, sin dejarle espacio para pensar o sacar sus propias conclusiones. Un efecto que sabe modular con los recursos gráficos que utiliza, las distintas tipografías y tamaños del texto, las caricaturas, los dibujos y ejemplos que sirven para presentar temas más o menos abstractos. Los ensayos de Strömquist son siempre vehementes, llenos de información, que requieren una lectura pausada y una reflexión posterior para poder digerir todo el mensaje y asimilar toda la energía que emplea en su transmisión.