Tengo que empezar a descartar la cantinela de que no le tengo mismo apego a los personajes de Hoppers que a los de Palomar por aquello de mi lectura desordenada y caótica de sus tebeos (que la de Palomar tampoco es que fuera muy ordenada) y que no he crecido con los personajes. Porque al final uno tras otro van calando de forma inesperado y el poso que llevan los personajes se antoja algo real y palpable.

No deja de ser irónico que esto me esté pasando con la llegada de personajes nuevos. Decía Jaime Hernández (Oxnard, California, E.E.U.U., 1959 ) en ComicBCN que en Chapuzas de amor pasó mucha carne en el asador sobre personajes con los que llevaba años y después se quedó algo vacío por lo que decidió incluir nuevos personajes. Tonta supongo que fue una forma de añadirle frescura y gamberros a un universo con personajes que empezaban a mirar mucho hacia atrás. La serie así parece que consigue mantener ese drama desenfadado con influencia de los clásicos del cómic que leyeron los Hernández (me ha parecido ver mucho de Schulz aquí, especialmente en Frank Lopez).

Leyendo bien a fondo este Dibujo del natural, que he disfrutado mucho, me parece que los seguidores de la serie pueden estar tranquilos. No creo que haya aquí un relevo de personajes. Pero sí que hay un curioso y significativo encuentro (qué bien sintetiza Jaime Hernández en las portadas siempre). La amistad de Mags y Tonta dibuja asimetrías y paralelismos. Revela que quizás la frescura y la novedad no es tanta. Que las “chapuzas de amor” todavía suceden y son inevitables. Y, con esto, como ya apunté (esta cantinela sí me la quedo), se confirma que cada vez que cogemos un tebeo de Hoppers (sea cual sea) siempre es presente.