En 1992 la vida de Simon Gärdenfors se cruzó con la de Kalle Petersen. Una rivalidad por una chica que se transformó en una de esas amistades que duran para siempre. O así podría haber sido si cuatro años después Gärdenfors no hubiese recibido la fatal llamada del hospital que le anunciaba la muerte de su buen amigo a causa de una meningitis poco común. Una noticia que trastocó su vida para siempre. Asumir la muerte de su mejor amigo a tan pronta edad no fue fácil para el autor, que describe sus períodos de depresión, y lo difícil que fue recuperar poco a poco su vida.

 

De hecho Simon Gärdenfors (Hjärud, Suecia, 1978) ha tardado casi 25 años en poder plasmar la historia de su Amigo muerto en una novela gráfica. Gärfonders es bastante conocido en Suecia, donde además de ser autor de cómics es reconocido como intérprete de rap y presentador de radio y televisión. Sus tebeos son habitualmente de temática autobiográfica, pero quizás ninguno tan personal como este Amigo muerto. Presentando de una forma fría, y con una aparente distancia, con una sequedad en los diálogos y en las aproximaciones sentimentales muy nórdico, siempre directos. Así relata cómo nació la amistad, la noticia de la muerte y su efecto en su vida personal, con pequeños detalles, pequeñas escenas que van construyendo un todo. Esa sequedad se combina con un dibujo minimalista casi icónico y un formato de páginas sencillas, pero que varían cromáticamente continuamente, con colores planos y combinaciones que van marcando un poso sentimental en segundo plano a lo que se va narrando y con amplios márgenes llenos de filigranas. Un ejercicio de diseño que enmarca las emociones que quiere transmitir, y que acompaña con un pequeño icono de él mismo y de su amigo desaparecido en todas las páginas. Un estilo en el que se nota la influencia de autores independientes norteamericanos como Ivan Brunetti, Chris Ware o Seth. Todo con un formato de libro muy agradable, aunque el tamaño de fuente pueda ser en algún momento un reto para los lectores con presbicia.

 

Pero debajo de esa aparente frialdad nórdica del cómic de Gärdenfors tenemos una historia humana de esas que tocan la fibra del lector de formas inesperadas, una aproximación personal que deja tocado al lector y con la que es difícil no empatizar. Y es que en el fondo la amistad, sobre todo a esa edad, es una de las experiencias vitales más importantes en nuestras vidas. Verla truncada de la forma que relata Amigo muerto no dejará indiferente a ningún lector. Y Gärdenfors lo consigue con una fría delicadeza llena de estilo.