Nos contaba Jaime Martín en una de las sesiones del club de lectura de cómic de la librería barcelonesa Pebre Negre que lo que él buscaba en un tebeo o en cualquier obra de cualquier otro medio, aparte de una buena historia, era aprender cosas. Una reflexión que comparto, y es que leyendo tebeos se pueden aprender un montón de cosas, ya sean de ficción o de ensayo. Angola Janga de Marcelo D’Salete (São Paulo, Brasil, 1979) es sin duda uno de esos tebeos, de los que se disfruta de una buena historia llena de aventuras y acción, y que además sirve para aprender historia, de esa que no entra en los temarios clásicos y que sirve para ampliar nuestra visión del mundo.
Angola Janga cuenta la historia del Quilombo dos Palmares, un asentamiento que fundaron los esclavos huidos de las plantaciones de azúcar aprovechando los enfrentamientos entre Portugal y Holanda en el siglo XVII. Situado entre los actuales estados de Pernambuco y Alagoas, llegaron a habitar en el Quilombo dos Palmares más de 20.000 personas, entre esclavos liberados y sus descendientes. Allí crearon varios pueblos, mocambos, siguiendo las estructuras y tradiciones africanas, de ahí lo de Angola Janga, la pequeña Angola, en referencia al que era el lugar de origen de la mayoría de los esclavos. Durante más de 60 años el Quilombo resistió las presiones de los colonialistas blancos e incluso entablaron relaciones comerciales con otros asentamientos y poblaciones de colonos. D’Salete cuenta la historia de esta resistencia desde el punto de vista de los esclavos, centrándose en el devenir de sus dos principales líderes, Ganga Zumba y su sobrino heredero, Zumbi. Y finalmente la caída de Angola Janga, debido a las presiones de los poderes colonialistas que no se podían permitir que el ejemplo de Angola Janga se propagase por todo el continente.
D’Salete narra todo ese periodo con un ritmo de acción endiablado y con un uso de la elipsis magistral, tanto para dar los grandes saltos temporales en el relato, como para elegir las viñetas adecuadas en las escenas de acción. Su dibujo en blanco y negro y el planteamiento de sus páginas recuerdan a clásicos del cómic latinoamericano como Francisco Solano López, Alberto Breccia o José Muñoz, mezclados con los estilos de Mike Mignola o Taiyo Matsumoto, recordando también a la habilidad narrativa de Luis Durán. Al margen de lo que puedans ser o no influencias del autor, además de los referentes brasileños, lo que deja claro D’Salete es que posee un dibujo con un gran dinamismo. Con algunos detalles que se salen de lo tradicional, como colocar las cajas de texto de situación en la parte inferior derecha de las viñetas en lugar de la habitual superior izquierda.
Angola Janga es un excelente tebeo que no debería pasar desapercibido, cuenta una gran historia, lejos de la visión de la esclavitud que nos ha dejado Hollywood y de la que el autor domina los detalles tras más de once años de documentación. Un tema que ya había tratado anteriormente en Cumbe, ganadora de un Eisner en 2018. Angola Janga acumula premios en Brasil y la edición de Flow Press está más que cuidada. Atención al catálogo que va creando esta joven editorial, que tiene muchas joyitas para no dejar pasar. Y tras ver el trabajo de Marcelo D’Salete que se suma al de otros autores como Marcello Quintanilha, Fabio Moon y Gabriel Bá, por ejemplo, está claro que el actual cómic brasileño tiene muchas cosas buenas que esperemos sigan llegando por aquí.