El Cuerpo de Cristo me atrajo al instante con su portada bordada. Tengo debilidad por la intersección entre cómic, ilustración y bordado. Y aunque no es el primer caso, ahí está The Dancing Plague de Garth Brookes, las portadas de Jillian Tamaki para Penguin o las ilustraciones de Sole Otero, siempre es bien recibido cuando pasa de nuevo.
En El Cuerpo de Cristo nos encontramos con la infancia de Vera cuya madre Adela piensa que el demonio la está observando. Aunque el cómic no sea de terror, el ambiente agobiante y opresivo de la religión y el pueblo de Adela acecha en cada página, tocando temas como el trauma familiar, la emigración o las enfermedades mentales.
El estilo de Bea Lema (A Coruña, 1985) combina páginas bordadas que cuentan la historia de Adela y las partes más oníricas, con otras partes dibujadas con rotulador y tinta. Usa formas simples y geométricas y colores saturados y planos. Es bastante remarcable la forma en la que representa ideas complejas de un modo formalmente muy depurado.
Es muy estimulante la mezcla de dos y tres dimensiones que se da en el arte textil, siendo las puntadas como pinceladas pero más intransigentes. Lema añade trozos de tela a las partes bordadas como planos de color, a modo de patchwork. Esto crea una coherencia con su estilo de rotulador pero añadiendo la plasticidad de la textura del tejido.
El Cuerpo de Cristo es un cómic sobresaliente en todo, desde su original estilo artístico hasta la forma en la que se va desarrollando la historia, sin ser condescendiente con el lector. Gustará a quienes disfrutaron de obras como Naftalina de Sole Otero o Carcoma de Layla Martínez.