Se dice mucho que esta es la tercera obra que cierra una trilogía oficiosa junto con The Black Holes y Grito Nocturno. Yo creo que se extiende también a La Reina orquídea, que ahora se antoja como una antesala y una invitación a entrar a los cómics de Borja González (Badajoz, 1982), sus temas, sus escenarios y sus tonos.
Precisamente, El pájaro y la serpiente me parece que funciona en el mismo sentido pero hacia atrás. Todo lo mostrado por el autor en su obra precedente tiene ecos aquí, sin ser explícitamente o cansinamente autorreferencial. La historia de El pájaro y la serpiente es otra pero conecta con las anteriores como las ramas de un árbol a su tronco.
Si esta obra tiene un carácter diferenciado de las anteriores es por cierta conjura de la teatralidad. Sus escenas se antojan más dramáticas, sus puestas en escena todavía más metódicas. La viñeta con frecuencia se antoja un escenario. Incluso parece dividir la obra en actos con esas dobles páginas con skylines forestales que bien pueden actuar como telones.
Diría que la presente es la obra de González que guarda más fuerza emocional, más tensión. Todo lo dibujado dirige hacia allí. Más allá de los personajes, que pueden resultar engañosos con sus diálogos, los parajes hablan de las energías de fondo. La rectitud de la mansión, lo retorcido de los bosques. Algo que creo que se acentúa acertadamente con la parca paleta de colores que alternan lo crepuscular y lo nocturno.
Finalmente, diría que como parte de un conjunto, El pájaro y la serpiente tiene regusto de resolución. De conclusión, quien sabe…