Ralph Azham es un paria en su pueblo, como todos los niños azulados tiene un poder, aunque el suyo asusta a sus vecinos y su actitud les enerva. Como no podría ser de otra manera, un terrible acontecimiento va a cambiar su vida y le va a hacer abandonar su pueblo para encontrar diversas aventuras y tejer su destino. Así que sí, Ralph Azham es otra historia del camino del héroe dentro. Pero es la versión de Lewis Trondheim (Fontainebleau, Francia, 1964), y como de costumbre coge todos los tópicos de un género para llevarlos a su campo, darles una nueva vida y llenarlos de ideas frescas. Los elegidos pueden ser muchos, el protagonista no es más que uno de ellos, aunque es uno especial, los artilugios mágicos son divertidos, los personajes evolucionan, los distintos capítulos exploran distintos escenarios y situaciones, que van creando un mundo complejo a la vez que explora y da su versión de los escenarios que a cualquier seguidor del género le resonaran, y no es tanto una parodia como coger un género con respeto y divertirse con él..

Publicada en Francia en 12 álbumes, entre 2011 y 2019, los primeros 4 fueron publicados por Norma, que abandonó su edición y que ahora recupera Yermo en una edición integral en dos volúmenes.
Un trabajo de Fantasía heroica de Trondheim que cubre el hiato que hubo en la publicación de la Mazmorra. Sin duda el tono y algunos personajes recuerdan a esa otra gran serie de fantasía guionizada por el propio Trondheim y Joann Sfar. Puede que ideas que quedaron en el tintero o caminos que no se recorrieron dieron lugar a Ralph Azham, aunque sin dejar de ser una serie original, que lleva su propio camino, con ese tono tan de Trondheim que le da un toque especial a ese sentido de la maravilla descreído, con un toque de grimdark pero sin dejar el humor de lado, y la crítica social de fondo. Trondheim tiene un talento excepcional para crear historias, para poner unos personajes inverosímiles y que les pasen cosas increíbles, con cantidad de giros inesperados, de una forma que todo tenga una lógica interna inquebrantable que sumerge al lector de forma inmediata en su mundo, y anula en nada todo principio de incredulidad. Sus historias de fantasía están al nivel de los mejores escritores del género, y aun así, Trondheim parece ser uno de los autores de la Nouvelle BD de principios de siglo que más difícil resulta de asimilar para los lectores de aquí.

Recuperar este Ralph Azham en formato integral es una buena ocasión para volver a leer buena fantasía, con sus clásicos personajes antropomórficos y un color fantástico aplicado por Brigitte Findakly (Mosul, Irak, 1959). Esperamos con ganas el segundo volumen que esperemos no tarde mucho. Y cruzamos los dedos por ver publicadas también las nuevas historias de La Mazmorra todavía inéditas