Aunque la obra de Arnau Sanz (Barcelona, 1984) se ha centrado de forma más o menos directa en el cómic autobiográfico (haceos un favor y leed Tito, o Llavaneres, o Albert contra Albert, o Tibirís, o Línea editorial… O TODOS), Sanz ya transitó el terreno de la ciencia ficción con su obra anterior, Un fantasma, situada en un futuro postapocalítpico que nos sonaba extrañamente familiar después de un confinamiento también un poco de ciencia ficción.
En su nuevo cómic vuelve a crear un mundo con unos parámetros fantásticos, en principio alejado de la autobiografía pero trufado de las inquietudes que recorren toda su obra. El miedo al abandono, la soledad y los cuidados, sobrevivir al día a día, el paso del tiempo, la nostalgia, son temas que vuelven a estar presentes en Cuando veo cables me acuerdo de ti, rodeados de un colorido mundo donde robots y humanos conviven con normalidad.
Cuando veo cables me acuerdo de ti nos sitúa en una sociedad en la que las robots y las humanas (en femenino, puesto que todos los personajes son mujeres) conviven en una sociedad en la que, sin embargo, las robots son relegadas al plano de ayudantes, sin acceso a tareas más creativas. Sandra, la androide protagonista, decidirá luchar por su sueño, persiguiendo un objetivo que le está vetado por su condición de persona artificial, mientras hace frente al posible final de aquellas que le rodean.
Creo que la palabra que define mejor esta obra, y que entronca con el resto de tebeos de Arnau Sanz, es sensibilidad. Sin duda el autor tiene una capacidad extraordinaria para conectar con nuestros sentimientos, sabe tocar las teclas que remueven en el lector sensaciones muy personales.
Hay algo maravilloso cuando abres un tebeo de Arnau Sanz y es que no sabes con qué te vas a encontrar. Es un autor que en cada obra intenta ir más allá, probando nuevas técnicas y estilos, adaptándolos a la historia que quiere contar. Su trazo muta en cada uno de sus tebeos, siempre con resultados sobresalientes. Un inconformismo artístico que me parece realmente destacable.
En el caso que nos ocupa, Sanz de decide por una paleta de colores vivos, de formas y estructuras geométricas, creando espacios que casi se dirían extraídos de un cuadro de Mondrian. Cuando veo cables me acuerdo de ti posee una belleza pop muy particular, y el autor demuestra una gran habilidad para crear un mundo propio con muy pocos elementos. Las robots no son muy distintas de las humanas, pero con pocas líneas es capaz de definir a las protagonistas, diferenciarlas y hacerlas más humanas que las propias humanas. Sanz juega también, de forma muy inteligente, con distintos estilos de tipografía y de elementos de lenguaje que nos ayudan a identificar a las protagonistas y su estado físico y de ánimo.
Cuando veo cables me acuerdo de ti nos habla de finales, de nuestra propia obsolescencia y de qué hacer con el tiempo limitado del que todos disponemos. Una obra con una sensibilidad muy especial capaz de conectar con nuestras propias vivencias. Un cómic de gran belleza que ratifica a Arnau Sanz como una de las voces más interesantes de nuestro cómic, capaz de sorprender con cada nueva obra sin dejar de construir un lenguaje muy personal.
Una nueva muesca en una carrera que a cada obra nos descubre nuevas caras de uno de nuestros mejores autores actuales. Una lectura muy recomendable.