En mayo de 1975 François Rivière (1949, Saintes, Francia) viajaba con Olivier Martial Thieffin al Bois des Pauvres para entrevistar durante tres días a Edgar P. Jacobs. Parte de esa conversación se puede encontrar en el libro de Rivière Edgar P. Jacobs ou les entretiens du Bois des Pauvres (Les Éditions du Carabe, 2000) y la totalidad de la misma está disponible aquí.
Rivière es una eminencia en cuanto se refiere al autor de Blake y Mortimer y ha puesto parte de su conocimiento al servicio del dibujo de Philipe Wurm (Lugano, Suiza, 1962) para elaborar esta biografía novelada que subvierte los términos del género y convierte al autor belga en el protagonista de la ‘aventura’, en este caso, de su vida.

Estructurado en nueve capítulos, que sirven para sintetizar algunos de los momentos y personajes clave de la vida del autor, el libro de Rivière y Wurm goza de una enfoque que se presenta menos inhibido que otras biografías ilustradas, como La marque Jacobs (Delcourt, 2012) de Rodolphe y Alloing, un trabajo que resultaba demasiado expositivo y que hurgaba poco en las vicisitudes del autor. Destaca por un lado el excelente dibujo de Wurm que, evita el homenaje directo intentando emular el estilo de Jacobs, pero que consigue enmarcar la obra perfectamente en el canon de la línea clara. Por otro, un argumento que sabe mezclar detalles íntimos y personales con algunas de las filias y fobias del autor. Hergé por supuesto tiene todo un capítulo dedicado. La historia de Jacobs -para bien o para mal- se mira en el espejo del creador de Tintín. Con él colaboró en los primeros álbumes de Tintín pero las diferencias, en parte debidas al avasallante control de Hergé en toda su obra, pronto ‘envenenaron’ su relación hasta establecer una suerte de educada pero no por eso menos beligerante confrontación artística. Algo que el libro trata con bastante astucia.

Edgar P. Jacobs, el soñador del Apocalipsis no desvela detalles que el fan al uso no conozca ya de sobras, en ese sentido estaríamos hablando de un libro más bien dirigido a los neófitos. Perp quizás uno de sus logros, al margen de los anteriormente citados, radica en su empeño por hacernos entender el signo apocalíptico que planea constantemente en su obra debido a la personalidad con querencia y tendencia al fatalismo de un autor que lamentablemente no pudo ser testimonio en vida de la creciente popularidad de la que sigue gozando su obra. Por suerte la historia ha sabido acomodarlo en la misma fila de butacas que al todopoderoso Hergé.

  

Edgar P. Jacobs visto por Hergé en 'Los Cigarros del Faraón'
Edgar P. Jacobs visto por Hergé en ‘Los Cigarros del Faraón’ – © Hergé – Moulinsart