Frances es una joven que trabaja como costurera en un taller parisino. Un golpe del destino le lleva a ser escogida como modista personal de un joven príncipe, un sueño hecho realidad. Sin embargo, hay un pequeño inconveniente: tiene que mantenerlo en secreto. El motivo por el cual se le obliga a callar es porque al príncipe le gusta vestirse de mujer con elaborados, extravagantes y rompedores vestidos. El gusto por la moda y las confidencias compartidos hacen que surja una buena amistad entre los dos, pero será difícil mantener el secreto mucho tiempo, cuando los trajes de Frances empiezan a marcar tendencia en París.
El príncipe y la modista es el segundo trabajo de Jen Wang (U.S.A. 1984) publicado por Sapristi, tras la adaptación del relato de Cory Doctorow, ‘En la vida real’, en la que ya teníamos a una joven heroína como protagonista. Si aquella vez, era una joven aficionada a los videojuegos de rol, en esta ocasión, Wang utiliza arquetipos del cuento clásico, para ponerlo al día. Por un lado, tenemos al príncipe al que le gusta travestirse, personaje que le sirve a Wang para abordar la identidad de género de una forma directa y normalizada, sin dramas: la opción del príncipe es algo natural e incuestionable. Al mismo tiempo, no esconde Wang, cómo esta visión no está totalmente aceptada, ya que debe mantener el secreto para guardar las apariencias.
Por otro lado tenemos a Frances, la modesta aspirante, que tiene un sueño y que no se deja llevar ni por el destino, ni por las circunstancias. Si el príncipe rompe los estereotipos de los cuentos tradicionales, la joven modista los hace añicos. Frances viene de una familia humilde, pero tiene un objetivo que persigue con ahínco y, cuando se le presenta la oportunidad, no la deja escapar. Además, tiene una mente abierta y apoya al príncipe en su visión de la vida, sin reparos. Sin embargo, cuando este le pide demasiado, el sacrificio de sus aspiraciones personales, lo deja a un lado y sigue su propio camino. La modista toma sus decisiones y no deja que el destino decida por ella, como acostumbran los cuentos clásicos con el rol femenino.
En Wang uno encuentra elementos del manga, la BD y el cómic americano, conviviendo sin problemas
Un buen ejemplo de cómo se pueden contar historias de estructura tradicional con unos protagonistas y un planteamiento totalmente contemporáneo. Wang reinterpreta el canon clásico con mucho talento y con un estilo que no amaga la influencia del Disney animado. Sin embargo, no todo acaba en Disney, la mezcolanza de estilos y escuelas se adivina en fondos, paletas de colores y soluciones narrativas. En Wang uno encuentra elementos del manga, la BD y el cómic americano, conviviendo sin problemas.
El príncipe y la modista es un preciso y bonito cuento para el siglo XXI, con una estructura clásica y unos planteamientos modernos, necesarios para estos tiempos en los que los cambios sociales son disruptivos en muchos aspectos.