Chris Reynolds (Gales, Reino Unido, 1960) es, como sus historias, un autor muy de su tiempo pero, a la vez, muy ajeno a su propia época. Y, como lamenta Seth en el prólogo de Este era el lugar que contiene 22 historias publicadas por primera vez en español—, probablemente «Chris Reynolds es el artista de cómics más infravalorado de los últimos veinte años».

 

Reynolds formó parte de la activa atmósfera comiquera inglesa de la segunda mitad de los ochenta, cuando los crudos efectos de las privatizaciones de Margaret Thatcher —traducidos en cierres de empresas, despidos y agotamiento-aniquilación del activo sindicalismo de principios de dicha década— pintaban el desolador paisaje social británico —‘Capitalismo popular’, lo llamaba ella—. Pero su actividad no fue verdaderamente muy longeva: Reynolds publicó en la mítica revista Escape (1983-1989)—junto a Eddie Campbell, Phil Elliot y otros— a finales de los ochenta y autoeditó, junto a Paul Harvey, Mauretania Cómics, siguiendo la estela del cómic independiente americano de los sesenta y setenta.

 

En medio de ese mundo cambiante y poco apetecible, las historias de Reynolds crean otros mundos posibles donde todo lo que parece perturbarle, como artista y como persona, desaparece.  De repente, las casas, las personas y las ciudades se volatilizan, como si los argumentos de sus historias fuesen un «Quiero estar solo», al modo de una Greta Garbo cansada de los focos y de la fama, pero traducido en un descanso existencial y más íntimo.

 

En medio de ese mundo cambiante y poco apetecible, las historias de Reynolds crean otros mundos posibles donde todo lo que parece perturbarle desaparece

 

En esa fuga, Reynolds posee la habilidad de inventar otros lugares y otros tiempos y, a pesar de esa irrealidad, que estos sigan pareciéndonos familiares. La sutileza de su imaginación nos saca de foco, pero no nos aísla. Su personaje principal, Monitor, deambula solitario pero nunca realmente incomunicado por esos escenarios que también han conservado una esencia verdaderamente inglesa.

 

Las historias de Reynolds desprenden grandes dosis de melancolía y nostalgia por un mundo perdido. Pero ese mundo perdido no es solo la Inglaterra social de su época sino también el mundo de la infancia y el de la desaparición de los seres queridos. Por eso, algunos personajes de Reynolds son muertos que vuelven de no se sabe dónde y que reaparecen en escenarios anteriores, como los años cincuenta o sesenta. Monitor y el resto de personajes —muchas veces el personaje no es lo importante, sino el lugar, el ambiente y la sensación— los recuerdan y los evocan, para, así, devolverlos de nuevo a un mundo paralelo donde todo se encuentra a punto de desaparecer: «Márchate ya de aquí. No hay nada para ti aquí. Incluso en la derrota, Reg, incluso en la derrota debemos hacer frente a las brillantes luces del futuro», exclama Reg en El dial, una de las historietas que mejor ilustran su trabajo.

 

Ahora que las series han invadido nuestras vidas, mientras leía Este era el lugar, no dejaba de pensar qué extraordinaria serie haría con estas historias Nathaniel Halpern, el guionista de Tales From The Loop.