Después de ganar el Fauve d’ Or en Angoulême en 2018 con la Saga de Grimr (Norma Editorial, 2020), de algún lugar debía sacar la motivación el suizo Jérémie Moreau (Génova, 1987) para seguir contando historias. Moreau es un creador que explora e intenta renovarse con cada obra. A Saga de Grimr le siguió el irregular Penss y los pliegues del mundo (Norma Editorial, 2023) y luego el mucho más redondo El discurso de la pantera (Barbara Fiore, 2022). Ahora nos llega Los Pizzlys (Norma Editorial // Finestres, 2024), donde Moreau aborda un tema cada vez más urgente; el calentamiento global, y donde profundiza en un aspecto que recorre muchos de sus trabajos: la relación de la especie humana con la naturaleza y el resto de seres vivos.
En Los Pizzlys el autor traslada la acción a la remota Alaska. La elección geográfica y temática viene de la lectura de un par de obras de la antropóloga francesa, Nastassja Martin, una investigadora que realizó un trabajo de campo de dos años entre los Gwich’in (la gente pequeña); una sociedad de cazadores y recolectores de la zona. El trabajo de Martin explicaba como esta sociedad lograba defenderse ante Occidente y adaptarse al cambio climático, en uno de los territorios donde más se notan los efectos del calentamiento. Uno de estos dos libros, Las almas salvajes: la resistencia de un pueblo de Alaska frente a Occidente, lo publicará en breve Errata naturae.
A primera vista atrapa la magnífica cubierta -manifiesto homenaje a Peter Pan de J.M. Barrie-, capaz de trasladarnos a un territorio de colores impresionantes. El título y la silueta de la cubierta hacen referencia a una nueva especie de oso surgida a raíz del calentamiento global por las dramáticas migraciones que se llevan a cabo en el Ártico : un cruce entre el oso grizzly y el oso polar . El título es clave en esta disección que hace Moreau de la acción del hombre sobre su entorno y la pérdida progresiva de las raíces como especie favorecidas por una tecnología cada vez más sofisticada.
Para ello el autor seguirá los pasos de tres hermanos parisinos: Nathan, un taxista joven que cuida de los menores Etienne y Zoé, tras la muerte de sus padres. Nathan conocerá a Annie, una clienta que se marcha de Francia para volver a su Alaska natal, consciente de que, una vez viuda, ya no le queda nada que hacer en París. A raíz de un fatídico accidente de tráfico, los tres hermanos acabarán viajando con Annie al lejano norte para empezar una nueva vida en un entorno radicalmente diferente, sin móviles, ciudad, ni tecnología -otro homenaje al País de Nunca Más de la obra de Barrie-.
Moreau retoma el estilo más pulcro de El discurso de la pantera y vuelve a lucirse con una narración fluida y muy bien construida, sin sobrecarga de diálogos, empleando una línea redondeada y delicada. El trabajo con el color es impresionante. El autor utiliza una paleta que combina tonos muy llamativos con colores fluorescentes. El resultado es suntuoso, con muchas dobles páginas de gran belleza. Destacan especialmente las secuencias que describen las sensaciones y sueños chamánicos de los personajes. La paleta de colores ayuda a ubicarnos en un tiempo hasta ahora desconocido para la especie humana. Nos adentramos en una nueva era y en un nuevo territorio que no garantiza la supervivencia como especie. Esta nueva etapa también debe diferenciarse cromáticamente.
Otro de los puntos fuertes de la historia es la preferencia del autor por evocar y no emitir juicios. La situación que describe Moreau es en cierto modo aterradora por el panorama que dibuja, pero en ningún momento juega con el miedo, ni el panfleto. Más bien al contrario, apuesta por una vía más complicada y sinuosa: opta por describir una nueva realidad que ya está aquí y que nos supera. Quizás cojea hacia el final demasiado conciliador con la vida moderna y la capacidad de entendimiento y adaptación a la sabiduría ancestral. La historia no lo necesita. Los Pizzlys es un álbum que tiene suficientes virtudes como para no depender de tesis o indicaciones.