Oleg es autor de historietas. Durante más de veinte años, su vida cotidiana ha girado en torno al dibujo y a la narración de historias. Tras 20 años de relación sigue enamorado de su esposa, a la vez que disfruta con la compañía de su hija adolescente, el único contacto con los tiempos modernos que le ha tocado vivir que tolera. Y todo esto fluye con naturalidad hasta los últimos días, en los que la creatividad parece esquivarle.
Veinte años después de su exitosa Píldoras azules, Frederik Peeters (Ginebra, 1974) nos ofrece una nueva obra de auto ficción introspectiva, ocultándose tras este alter ego que es Oleg. No se trata de una continuación de Píldoras Azules ni una autobiografía al uso, y a la vez es un poco todo eso. Una lectura conmovedora y sin estridencias con la que asistimos como espectadores a los bloqueos creativos del protagonista reconfortándonos con la complicidad de su vida en pareja y disfrutando de los diálogos padre e hija.
Con gran sensibilidad, Peeters plasma todas las contradicciones del mundo actual a la vez que describe de una manera tremendamente humana y próxima lo más profundo de las relaciones con los seres que le rodean. El rápido y cambiante mundo exterior versus su pequeño mundo privado. Todo, además, con un sobresaliente dibujo en blanco y negro.
Plasma todas las contradicciones del mundo actual a la vez que describe lo más profundo de las relaciones con los seres que le rodean
Estamos ante un autor polifacético que ha tocado múltiples géneros con solvencia (ciencia ficción, thriller fantástico, …), pero es un inmenso placer recuperar al Peeters más íntimo. Oleg nos brinda un excelente retrato del proceso creativo de un autor de cómics: la lucha con su ego, las relaciones con los editores, sus dudas y bloqueos. A su vez, es una feroz crítica a una sociedad rápida y cambiante, muchas veces superficial, que nos esclaviza y nos arrastra como el engranaje del film Tiempos modernos. Pero por encima de todo esta obra es una declaración de amor a su pequeña burbuja familiar, que toma aún más fuerza leída en tiempos de pandemia y relaciones sociales mutiladas. Una lectura tranquila y balsámica que toca de pleno, especialmente a los que compartimos generación con el autor.