Tras El hombre garabateado, un cómic de terror, Serge Lehman (Francia, Viry-Châtillon, 1964) y Frederik Peeters (Ginebra, Suiza, 1974) se mantienen en las tinieblas para meter sus manos en este noir, que mantiene rasgos opuestos, superponiéndolos en algunos casos y alternandolos en otros, para permitir su ambivalencia.

Saint Elme es una historia que destaca por su coralidad. Que lleve el nombre de la localidad donde sucede todo nos apunta a una historia que, si, lleva una trama que se va desplegando poco a poco, pero que a la larga dibuja un universo muy localizado de personajes y muy especialmente, formas de vida, casi-casi un retrato costumbrista de lo clandestino. Eso no significa que el cómic sea un tour paisajistico. Al contrario, la historia se lee como ir montado en un caballo caprichoso, a ratos salvaje a ratos aparentemente manso, resabiado siempre. Si el lector no presta atención se puede quedar en tierra en algún momento, también, por esos cambios de foco para destacar a uno u otro personaje, que implican algún cambio de tono..
Así se construye una historia que destaca por el salto de momentos convencionalistas y tópicos del género a otros más extraños, un poco marcianos incluso que, sin pasarse (de momento) le dan un leve aire de surrealismo contenido en su realismo.

La forma trabaja en ese sentido. Peeters alterna un color más natural en algunas páginas con otras de color más saturado como trasladandonos, en un paso, de la realidad a la intensidad del género. Es un recurso efectista que no cansa y mantiene la excepcionalidad de cada momento. Igualmente me ha gustado lo que bien que funcionan las dos versiones del color con un mismo estilo de entintado que refuerza la solidez del dibujo de Peeters y que sin embargo también traslada la fluidez en sus formas, en sus diseños, en la tierra que constantemente pisan los personajes. De nuevo, las ambivalencias que funcionan y que solo están al alcance de artistas como Peeters.