No sucede a menudo que uno se enfrente a un debut del calibre de este Astenia de Andrés Tena (Granada, 1991) . Una de las mejores cosas que le ha sucedido al mundo del cómic es la llegada de toda una generación que se acerca al mundo de la narración gráfica sin mochilas ni prejuicios. Muchas de las nuevas voces han dado el paso definitivo cuando han visto que otros hacían algo que nada tenía que ver con un estilo demasiado figurativo, pulido o realista. 

Esto ha supuesto la llegada de mucho talento al que seduce el lenguaje del cómic, que puede descubrir o no su historia y que quiere flirtear con otras disciplinas. Es el caso de Marta Cartu, María Medem o de Andrés Tena, sin ir más lejos, autor de cómics, artista y músico. 

Andrés Tena, se forma como ilustrador en la Escuela de Arte de Zaragoza, donde obtuvo el Premio Extraordinario de su promoción. Sigue su desarrollo en la escuela de fotografía Cámara Oscura de Logroño y con el ilustrador y diseñador gráfico, Ajubel. Posteriormente fue galardonado por la XXX Muestra de Arte Joven en La Rioja, dentro del Programa de Profesionalización de Jóvenes Artistas, por su proyecto de libro ilustrado La Niña de Cristal. Ha publicado en fanzines colectivos como Fiebre amarilla, coordinado por Joaquín Guirao

 

En una charla con Gerardo Vilches en el marco del Injuve, el logroñés de adopción citaba como influencias en su trabajo artístico, tanto el cómic, como la música electrónica (Plaid, Aphex Twin, etc) o la literatura de Richard Brautigan. Sus influencias comiqueras son, vistas desde el lector ortodoxo, cuanto menos peculiares: Yuichi Yokoyama, Masashi Tanaka, …. Ni Will Eisner, ni Milton Caniff, ni Jack Kirby, ni Moebius o Crepax. Es una suerte que el peso de la historia no sepulte o acompleje la energía y las ganas de los recién llegados al panorama editorial. 


Suerte es también que haya editoriales sensibles al talento y que se arriesguen con productos a priori minoritarios como Astenia. Bien para Bang!, como bien para Autsaider, Apa-Apa, Fosfatina y otros tantos proyectos editoriales de nuestra tierra. Hablando de Apa-Apa, bien merece recordar que un talento como María Medem se atreve con el cómic gracias a lo que descubre en la extinta web de tiktokcomics de Ana Galvañ – demasiado poco se ha escrito de su papel crucial en este desembarco experimental -. Medem redescubre el cómic de adulta y más que influencias comiqueras, ella apela al cine y la fotografía.

 

Pero regreso a Tena y este Astenia, relato de gran potencia gráfica, con un medido ritmo narrativo que tanto acelera como congela el ritmo de lectura con una maestría envidiable. Su origen hay que encontrarlo en 2016 cuando el artista viaja a la feria de arte Art Beijing y al Instituto Cervantes de Pekín dentro del proyecto expositivo El Relato Desprovisto / Dibujos en crudo, comisariado por Susana Baldor y dirigido por Mónica Álvarez Careaga, momento en el que Tena queda impresionado por el entorno cultural chino y por la gran cantidad de plásticos y residuos que trajinan. 

 

Sin duda, hay un marcado discurso ecologista en el cómic, aunque no es lo único de lo que habla Tena. La protagonista, marcada por una línea de simetría que divide en dos su cuerpo y un desdichado don que convierte en letal su tacto, acaba por vivir entre escombros y plásticos. Una vida en aislamiento, consagrada a la belleza que hay en la naturaleza inasible y a vivir ajena a la civilización. Sin embargo, un sujeto de la comunidad que la excluye, absorto por su encanto, la espiará, la seguirá, la embaucará y le causará profundo dolor, por puro sadismo. Sadismo y poder enfrentado a metamorfosis y naturaleza.


Astenia
es un poderoso relato visual, de tempo poético, de texto medido, justo. Astenia es, junto a El buen padre de Nadia Hafid y Dormir es morir de Gabri Molist, una de las mejores puestas en largo de nuestro talento más joven y desinhibido. Que vengan muchos más en los próximos años.