Realmente, la manera más rigurosa de hacer esta reseña sería atenernos por completo al número 27 que la revista McSweeney’s acaba de publicar: una bonita caja realizada por Jordan Crane (autor de algunos de los cómics más inclasificables del momento, como “Uptight” o “The Last Lonely Saturday”, este último nominado a los premios Eisner e Ignatz) que contiene tres pequeños libros. Por un lado, hay un libro de relatos con historias de Sam Shepard, Stephen King, Larry Smith, Ashlee Adams, Liz Mandrell y Mikel Jollet, con diseño de cubierta del artista norteamericano Scott Teplin. Por otro lado, el “cuaderno de bocetos” de Art Spiegelman, titulado “Autophobia” y, por último, un catálogo de la exposición “Lots of Things Like This” de la galería Apexart de Nueva York, en la que el tema artístico era unir texto + imagen + humor.
Así pues, “Autophobia”, el último título publicado de Art Spiegelman, es una de las 3 partes de la revista McSweeney’s y no puede adquirirse por separado. Se trata de un “cuaderno de bocetos” que nació como un ejercicio para combatir el miedo a dibujar del célebre autor de “Maus”, ahora que dibujar ha dejado de ser para él el acto libre y placentero de su infancia y se ha convertido en un trabajo doloroso. Los dibujos fueron realizados entre el 12 y el 26 de marzo de 2007. Dibujó una página, en tinta, casi cada día. En total, 80 páginas de combates en su lucha contra el miedo.
Algunos bocetos solo son ejercicios de estilo. Son únicamente dibujos en los que la pluma de Spiegelman ensaya formas, rasgos y expresiones. Pero en otros sí que hay un contenido y el texto es una reflexión sobre su trabajo como “cartoonist” y en los que destacan pensamientos como estos: “Si haces bastantes errores de dibujo, ¿puede esto considerarse un estilo?”; “Un libro de notas tiene que escuchar tus quejas”; o el dibujo en el que se autoretrata en la cuerda floja que ha tendido entre Crumb y Steinberg, con el siguiente texto: ” En la tardía mediana edad, Spiegelman todavía intenta aprender cómo camina por la línea…”. En “Autophobia” hay, sobre todo, mucho de terapia y reflexión sobre la creación, sobre sus propias limitaciones, deseos, fobias…
Spiegelman explica en el prólogo que en los inicios de su carrera como historietista dibujaba sus ideas en blocs, pero que poco a poco fue perdiendo esa práctica para no tener que enfrentarse a sus propias limitaciones como dibujante. También explica cómo, durante todo este tiempo, a veces se ha controlado a sí mismo para no dibujar de manera insconciente cuando hablaba por teléfono y que luego destruía la prueba del delito. Desde luego, visto así, se entiende bien el título de “Autophobia”.
Pero, inevitablemente, este “cuaderno de bocetos”, una vez terminado, acabó convirtiéndose también en un producto tras ser enseñado a algunos amigos y familiares. ¿No es siempre así con todo lo relacionado con la creación, que cuando deja de ser solo nuestro y pasa a ser observado/juzgado por los demás es ya inevitablemente un producto?. Según Spiegelman, si se supone que el “cartoonist” trabaja para que se le publique, con la publicación de este cuaderno de esbozos, exorcisa todos sus demonios y supera el pánico al trabajo sin un fin orientado a la publicación del mismo.
Tras la lectura y contemplación de este “cuaderno de bocetos” es difícil no imaginar a Art Spiegelman acompañando a Woody Allen al diván del psicólogo y luego enseñándose mútuamente en cualquier café de Nueva York, de manera compulsiva y obsesiva, sus nuevos guiones de películas y sus bocetos de nuevas ideas para explicar historias en cómics.
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