Que el instituto no es un lugar tranquilo y apacible lo sabes tú, lo sé yo y lo sabe Becky. Si no, mira cómo nos observa desde la portada de Becky Riot: cara llena de granos (siempre los granos, ¡malditos granos!), pose aburrida, mirada perdida y auriculares para no saber nada del mundo. Sí, la verdad es que la portada de esta obra es un resumen bastante certero de lo que nos encontraremos en el interior. Becky Riot (la obra) nos presenta a Becky, que tras las infinitas broncas en casa y el infierno del instituto, decide tomar medidas, comprarse un pasamontañas y rebelarse contra todo y contra todos, inspirada por el grupo Pussy Riot. Becky Riot (el personaje) hará algo así como tomar las riendas de su vida, mientras vemos pasar por delante nuestro a un plantel de secundarios que irán definiendo su manera de ver el mundo.

En Becky Riot nos encontramos con una mirada áspera al mundo de la post adolescencia, a esa etapa de la vida en la que eres muy pequeña para ser mayor y demasiado mayor para ser pequeña. Becky representa a esos adolescentes perdidos, que no acaban de encontrar su lugar en un mundo en el que nada es como les prometieron y que a medida que crecen va pareciéndose más y más a un capítulo de Los Simpson. Página a página, veremos cómo Becky se enfrenta a la vida adulta y a los desamores, desengaños y sorpresas que le esperan por el camino. Primeros trabajos precarios, alienantes viajes de fin de curso y exposiciones de “arte” acabarán marcando el camino por el que Becky debe aprender a caminar.

A nivel formal, el autor de Becky Riot, Mariano Pardo (San Javier, Murcia, 1993), nos presenta la historia de forma lineal, pero lo hace con una curiosa elección de formato. Cada capítulo está dividido a la vez en dobles páginas panorámicas, formadas por una cuadrícula de 3 x 4 viñetas. En la página de la izquierda, siempre presente, figura el título de la obra, variando gráficamente entre capítulos. Algo así como si el tomo que tenemos entre las manos fuera una especie de recopilatorio de páginas dominicales de prensa ya publicadas.
Estas dobles páginas contienen pequeñas historias con principio y final, que a la vez hacen avanzar la historia de fondo. Una elección formal que da un aire muy personal a la obra, perfecta para poder dosificar la lectura del cómic en pequeñas historias autoconclusivas con Becky como protagonista.

Pardo llena las viñetas de esas historias de situaciones incómodas y personajes extraños-pero-reales con un gran dominio de la narración humorística y el gag visual, superando la limitación de formato que la propia obra se impone con un buen aprovechamiento de los tiempos muertos, los silencios y el tempo humorístico.
Con Becky Riot Pardo presenta una mirada nada complaciente al mundo que nos rodea. Lo hace con la mala leche que se presupone a un relato como este, presente de forma constante en todo el cómic, pero sorprende al soltar no pocos guantazos de sensibilidad, momentos íntimos entre los personajes que nos sacuden en el momento justo. Hasta los más duros se derrumban alguna vez, y a medida que avanzan, los personajes de Becky Riot acaban cediendo y demostrando que sigue habiendo bondad y esperanza entre toda la mierda. Se nota que el autor quiere a Becky y consigue que nosotros también acabemos queriéndola.

Becky Riot está lleno de momentos incómodos, humor burro y vergüenza ajena, pero también rezuma sensibilidad en cada una de sus páginas, con una protagonista bien construida ante la que es imposible no caer rendido. Quién sabe cómo hubieran sido las cosas en nuestra adolescencia con una Becky Riot al lado. Probablemente igual de miserables, pero con una compañía inmejorable para afrontarlas.

Con su primera obra Mariano Pardo demuestra una gran capacidad para crear un mundo propio con influencias reconocibles pero con un acabado muy personal.
Por cierto, que Pardo ha publicado Becky Riot gracias al premio Injuve a la Creación Joven 2018. Una ayuda sin la cual tal vez no conoceríamos a Becky Riot, así que nunca está de más reivindicar cualquier beca o ayuda que amplíe el panorama de nuestro cómic. Ojalá gracias a ellas tengamos Becky para mucho tiempo.