Devastación comienza con una escena que marca el tono de esta novela gráfica, en una casa modesta, durante la Edad Media. Unos visitantes aparecen en esa vivienda, un esqueleto coronado y un hombre togado y con alas en las sienes. Se trata de representaciones de la Muerte. Julia Gfrörer (1982, Concord, New Hampshire, E.E.U.U.) nos habla, claro, del impacto de la Peste Negra.
Este cómic retrata un momento de desesperanza ante el futuro, provocado por una mortandad imparable. Es un momento, s. XIV, pero también un concepto universal, la muerte. La obra gravita, desde el tremendismo, alrededor de la vida de una madre temerosa de perder a su hija en una aldea acosada por la epidemia. Afortunadamente la autora se aleja de veleidades como la recreación escrupulosa y mantiene un pulso emocional propio del alternativo americano en que se inscribe. Y la lectura está endulzada por el buen hacer de Gfrörer: sus páginas de cuatro viñetas (salvo interludios) nos encierran en la sensación de ese mundo inamovible e inevitable. Sin embargo dentro de la viñeta practica una riqueza compositiva que evoca libertad.
Devastación se mueve, en forma y fondo, entre lo inevitable y la esperanza.