Un vistazo apresurado a la portada y las primeras páginas de “Kann” de Victor Puchalski (Catarroja, Valencia 1986) podría llevarnos a pensar que el contenido del álbum no se aleja demasiado de la explosión testosterónica del Pudridero (Entrecomics 2013) de Johnny Ryan. Pero no es exactamente así. Aunque Puchalski se lo pasa en grande dibujando y narrando una historia completamente excesiva e hilarante en su desenfrenada consecución de ostias, mutilaciones y muertes violentas.
El resultado va mucho más allá de la gamberrada (divertidísima, eso sí) de Ryan. En las páginas de Enter the Kann, como en las de Pudridero, los personajes también hacen gala de una hipermasulinidad caricaturesca, representada a través de musculaturas ridiculamente anabolizadas y gran profusión de penes y referencias fálicas. Pero ahí donde Ryan se conforma con explicar su historia con monigotes (imaginativos, elaboradísimos y muy divertidos pero monigotes al fin y al cabo) Puchalski despliega con maestría un riquísimo repertorio de recursos gráficos en el que se combinan -o más bien se hacen colisionar estruendosamente- toda una serie de registros aparentemente irreconciliables.
En una página nos parece identificar el trazo del Simon Bisley (Lobo) más vivaz, en la siguiente reconocemos la inconfundible geometría expresionista de Frank Miller (Sin City) y un poco más allà encontramos algunas viñetas que no estarían fuera de lugar en el Tokyo Zombie de Hiroshi Futami. Puchalski sabe encontrar sitio incluso para el manga tradicional y un final con aires de historieta clásica de los 50. Todo ello intercalado con interesantes experimentos visuales más bien abstractos que hacen de este álbum una joya tan extraña como fascinante; tan divertida como resueltamente experimental.