Tres personajes, tres historias, una ciudad, una noche y una espectacular paleta de colores en la que se amalgaman, retuercen, conjuran y fusionan unos trazos destinados a sumergir sin asideros al lector en el delirio de una fiesta sin fin. De esta forma simplista podríamos definir Jolgorio, de Brecth Evens (1986, Hasselt, Bélgica), Premio a la audacia en el Festival Internacional del Cómic de Angoulême.

Sin embargo, el autor de Pantera (Astiberri, 2018) va mucho más allá de la mera provocación cromática y de la audacia compositiva para ofrecernos todo un éxtasis de experimentación en cuanto a las posibilidades del cómic para transmitir no solo un mensaje o una historia desde la conjunción texto e imagen en sus distintas concreciones, sino para profundizar en su configuración como inmersión receptiva desde la imprecación directa a la pupila del lector que se debate, indeciso, entre la contemplación reflexiva de todas las llamadas que ante sí se despliegan y el rápido progreso de las páginas.

El detallismo se mixtura con el horror vacui en un personalísimo estilo que sacude al lector de evocación en evocación, absorto y abducido al mismo tiempo por la misma noche que seduce a los protagonistas y los atrapa en los fascinantes entresijos del bullicio, el frenético ritmo del exceso, la fugacidad de la alegría exultante y lo efímero de las relaciones que se extinguirán con los rayos del sol. Una triada de personajes totalmente diferentes en cuanto a caracteres, historias previas y expectativas de futuro, Jona, Victoria y Rufo, emprende un viaje por una ciudad que vibra y descubre sus encantos al compás de las horas nocturnas para todo aquel que desee perderse en sus entrañas. Desde su convergencia en un restaurante de moda, el deambular de sus pasos los arroja en diferentes direcciones y a través de su vagabundeo recorremos, cegados por la luz de neón, pubs y discotecas, para volver a la oscuridad de la noche.

Tras la desmesura, la plétora y el frenesí subyace no obstante un poderoso personaje al que no se nombra de forma directa pero cuya presencia se intuye en cada conversación que deriva hacia la tragedia: el tiempo que no se detiene pese a su vivencia infinita y avanza sin piedad marcando los minutos que traerán la llegada del día. Con la luz del sol no solo desaparecerán el particular universo del extravío y los habitantes de la farándula, sino que la embriaguez dará paso a la resaca y cada uno deberá enfrentarse al crudo regreso a la realidad y asumir las consecuencias de la aventura vivida. Jolgorio nos devuelve la exuberancia de las noches de fiesta previas a la pandemia y nos regala una espectacular exploración cromática y compositiva que despliega recursos y técnicas del lenguaje del cómic para atraparnos en la entelequia de una urbe devorada por su noctámbula jarana.