Que los videojuegos ya ocupan gran parte del tiempo de ocio de la humanidad es un hecho. Su desarrollo e implantación ha ido pareja al desarrollo tecnológico, la parte de vídeo de los videojuegos. La parte juego está más ligada a la propia cultura y desarrollo de la humanidad y por tanto es mucho más antigua. De ahí parte la premisa del escocés Edward Ross en Gamish para explicar la historia de los videojuegos. Siguiendo las tesis del filósofo Johan Huizinga sobre la importancia del juego para el desarrollo de la cultura, Ross inicia el libro con los orígenes históricos del juego y su necesidad social. Luego con un elegante enlace introduce el mundo del ajedrez y los autómatas del siglo XVIII para llegar a los inicios de los videojuegos con los grandes clásicos como el Spacewar. Así va explorando la historia y la evolución de los videojuegos, siempre centrándose en sus aspectos sociológicos, con sus pros y sus contras, como el análisis de los problemas de representación de género que aún pesan en el mundo de los videojuegos. O sus supuestos vínculos con la violencia.

 

Como ya hizo en Filmish (Reservoir 2017) con el mundo del cine, en está ocasión vuelve a dibujarse como narrador y guía de la historia que va presentando, siguiendo los pasos de Scott McCloud en su Entender el Cómic (Astiberri, 2007), un estilo de presentar documentales que resuena al Cosmos de Carl Sagan. También con ese estilo de línea clara amable y usando colores de tonos pastel hacen que la lectura sea agradable a pesar de lo llena de datos y muy documentada que está, con una muy extensa sección de notas al final del libro. Un tebeo que explora la historia de los videojuegos pero también la importancia social del juego en general. Quizás una de las últimas artes aparecidas, ligada a la tecnología, pero enlazada con uno de los hábitos más antiguos de la humanidad. El tebeo de Ross es un buen inicio para conocerlos un poco más.

Gamish: A Graphic History of Gaming – Edward Ross Explores the History of Videogames in His Signature Style – Broken Frontier