En La tierra yerma Carla Berrocal (Madrid, 1983) nos lleva a un western protagonizado por Leonor, una mujer que hará todo lo que esté en su mano para salvar a su tierra de Los Ellos, unos seres con unos extraños poderes sobrenaturales de podredumbre. En este marco fantástico nos encontramos con una historia trepidante con venganza y romance, con su buena dosis de folklore y leyenda.
Toda La tierra yerma está en amarillo y negro (salvando el blanco para un par de bocadillos), dominando el uso del contraste y el espacio negativo para sus viñetas. Así, las sombras duras y las siluetas serán las que definan los volúmenes de los espacios y la aridez absoluta del paisaje. El dibujo de Berrocal es extremadamente reconocible, la autora usa líneas limpias y precisas y formas geométricas para dar vida a sus personajes. Sin embargo, esta pulcritud en algunas viñetas desaparecerá para dar paso a unas líneas toscas y sucias para mostrar lo grotesco, casi con tintes de terror.
Y es que me gustaría destacar los recursos que usa Berrocal porque son una maravilla, por ejemplo, que los personajes no abran nunca la boca salvo para besarse. O que la autora coquetee con el shōjo para sus escenas románticas usando unos grafismos semejantes a las tramas que encontramos en estos mangas. O que el gris quede reservado sólo para la sangre. O el excelente trabajo en la rotulación de onomatopeyas (esos ¡BANG! y esos TACATÁ TACATÁ). Todo este trabajo hace que la obra quede totalmente redonda.
En definitiva, La tierra yerma es un cómic único, tanto en la manera en la que aborda el wéstern, como en el fantástico dibujo. Está claro que ningún género está agotado si se aborda con la suficiente frescura y atrevimiento.