Si algo queda confirmado después de leer el último (y mastodóntico) cómic de Olivier Schrauwen (Brujas, Bégica, 1977) es que la experimentación en cómic siempre resulta más interesante cuando hay un objetivo narrativo muy claro detrás. Creo que esto, en perspectiva, vale para todas las obras del autor. Explorar una premisa de fondo a través de la forma por lo que decimos siempre por aquí: una y otra en cómic están muy ligadas.

Domingo flamenco se propone elaborar un “stream of counsciosness”, un tipo de relato que ha dado pie a grandes obras de la literatura y que quizás en cómic no se haya visto tanto. O al menos no se ha llevado al extremo al que lo llevado aquí Schrauwen. La propuesta es seguir un día completo (un domingo) de Thibault Schrauwen, un (otro) familiar ficticio del autor. Su vocación es joyceana, intentando abarcar lo ancho del día, creando la ilusión ante el lector de que estamos viviendo cada minuto y casi cada segundo de la vida del protagonista, en sus acciones cotidianas pero especialmente en su río de pensamientos y emociones. Sin embargo, Schrauwen no limita la narración a la experiencia directa de Thibault sino que se permite abarcar solapadamente, a través de lo visual, la experiencia ajena aportando una perspectiva pseudocuántica no exenta de la clásica retranca del autor en el proceso.

El estilo de dibujo de Schrauwen no se aparta ni un pelo del que ya conocemos: línea clara fina que gusta de desdibujado en ocasiones y de juegos de degradado en el color, todo sobrio pero efectivo. Resulta más interesante su juego con el ritmo, la compresión y descompresión de la narrativa con parrillas con cantidades de viñetas muy diferentes que genera muy bien esa ilusión de acompañar al protagonista por experimentar la sensación de tiempo.

Lo mejor de Domingo Flamenco, para mí, son los múltiples vuelcos que me ha dado su lectura. Mi experiencia leyéndolo ha ido del “que hago leyendo esto” al “por qué no puedo dejar de leer”. Y si alguna lección se saca de aquí es que la coherencia no es más que una apariencia. ¿Quizás mejor así?

Domingo flamenco - Fulgencio Pimentel