A veces, de las mezclas más inverosímiles salen los resultados más satisfactorios. Por ejemplo ¿qué pasaría si mezcláramos en una coctelera una investigación al más puro estilo novela negra, un toque de humor y una ambientación hawaiana, con sus collares de flores y sus cócteles? Pues que tendríamos un cómic como este Las piñas de la ira de Cathon (Quebec, 1990).
Las piñas de la ira nos sitúa en la comunidad hawaiana de la ciudad canadiense de Trois-Rivières. Allí conoceremos a Marie-Pomme, camarera de un bar tropical y una enamorada de las novelas protagonizadas por la detective Shirley McSnuffles. Marie-Pomme tendrá la oportunidad de poner en práctica lo aprendido en sus horas de lectura al descubrir una serie de asesinatos en el barrio con un denominador común: la piña colada.
La cosa, pues, va de asesinatos. Pero en vez de encontrarnos con una obra sórdida y macabra, Cathon decide tomar el camino contrario: el del relato de misterio envuelto en humor y surrealismo. Algo así como género “negro-pero-cuqui”, que mezcla las pesquisas de la protagonista con un entorno y unos personajes estrambóticos que sitúan continuamente el tono en la comedia pura y dura, jugando con los clichés de las novelas de misterio y llevándolos a terrenos más amables que hacen de Las piñas de la ira un cómic accesible para todo tipo de públicos.
Cathon (seudónimo de Carherine Lamontagne-Drolet) es una autora con experiencia en el campo de la literatura infantil y juvenil, y se nota. Es especialmente buena en el diseño de personajes visualmente icónicos (el policía inútil, el equipo de jugadoras de bolos hawaianas, el surfista hippy…), en el dibujo de sus expresiones faciales y corporales y en el uso de elementos externos a la narración para situar al lector, como las fichas de personajes y lugares que inserta en la acción para ponerlos en contexto. Un dibujo suelto, expresivo y directo que bien podría servir de inspiración para una serie de animación.
Asesinatos y piñas coladas, mujeres de armas tomar y una protagonista entrañable que nos conduce por una aventura con un cierto toque naïf, una lectura simpática que nos descubre a una autora con una voz muy personal. Esta es la primera obra de Cathon publicada en España, y la verdad es que nos gustaría que no fuera la última.
Edita La Cúpula con su buen hacer habitual: tapa blanda con sobrecubiertas, papel de buena calidad y una impecable presentación a un precio bastante ajustado. La traducción corre a cargo de Raúl Martínez y la rotulación de Iris Bernárdez.
Las piñas de la ira es un tebeo muy recomendable, con un acabado gráfico muy cuidado y un argumento adictivo llevado por unos personajes entrañables que nos harán devorar sus casi 140 páginas en un suspiro. Una lectura ligera para los días de sol y piñas coladas que están por venir.