Me gustan las obras que son capaces de mutar por el camino. Aunque puede que en realidad no lo hagan tanto y parte del proceso provenga de la ruptura de las expectativas, como mínimo creo que se denota cierta ruptura de las convenciones argumentales y/o formales.
Algo así pasa con Luz negra un cómic que se antoja un intenso drama romántico entre una bailarina consagrada y un joven aspirante que van alternando el foco del diálogo interior de cada uno. Así, la primera jugada de Claire Fauvel (1988, Francia) y Thomas Gilbert (1983, Francia) es poner sobre la mesa la tensión arriesgada del romance entre dos personas de distintas generaciones y experiencias con una relación profesional de por medio y la cuestión de quién usa a quien. Pero a cierto punto en camino al climax de la tensión, el dilema gira y supera las expectativas para convertirlo en un choque entre dos formas paradigmaticas de entender y vivir el mundo en los tiempos presentes. Si bien de una forma un poco tosca en su pretensión de llegar rápidamente a lo esencial, los autores terminan por tratar el dilema último que define el crepúsculo de la civilización y lo imbrican en la relación de dos personas y de su proyecto artístico. El miedo al apocalipsis frente el miedo al vacío interior. El impulso por cambiar las cosas frente a la salud mental propia. Y el fantasma de la frustración entre medio. Luz negra pasa así por adoptar rasgos de thriller psicológico mientras el ambiente se va cargando para alcanzar un climax extraño, con un epílogo balsámico que parece querer rescatar al lector del mal trago de haberle puesto ante un doble abismo de difícil salida.
A Fauvel se le dan muy bien las historias de aprendizaje adolescente y más si están relacionadas con cualquier forma de arte. Aquí su estilo claro, a ratos de dibujo parco, brilla en los pasajes sobre danza donde parece dejarse llevar sin corsés. También destaca por su uso del color que dice mucho del fondo: muchos contrastes y variaciones entre tonos apagados e intensos marcando el flujo emocional del relato. Estética y profundidad van aquí de la mano.