La vida en las grandes urbes cada vez se hace más insoportable, sobre todo dependiendo de la ciudad. Algunas se han convertido en auténticos parques temáticos que abren sus brazos a los turistas y a los digital nomads, gajes de la globalización. Se pierde la esencia y los habitantes locales sueñan con retirarse al campo. Pero ¿es esa idílica visión rupestre tan prometedora como nos parece? El tebeo que nos ocupa bien podría para desmitificar ese tópico.
Merel la protagonista de esta historia, es una mujer soltera que roza la cincuentena. Su actividad se resume en el cuidado de sus patos y la colaboración puntual en el diario local con sus crónicas deportivas. Una noche mientras comentan el último partido del equipo local la conversación gira por unos derroteros inesperados: una de sus bromas, en relación a la desnudez del marido de una vecina, provoca una extraña reacción por parte de los parroquianos. A partir de ahí se desata la rumorología alrededor de su supuesta promiscuidad. La protagonista se verá inmersa en una espiral de mezquindad y cierto odio por una parte importante de los vecinos del pueblo. Su condición de mujer soltera de mediana edad la convierte en la diana perfecta de todos los juicios de valor trasnochados imaginables. La vida apacible y la tranquilidad se transforman en agobio y la presión social de la pequeña comunidad genera un ambiente asfixiante que la protagonista capea con cierta estoicidad.
Clara Lodewick (Bruselas, Bélgica, 1996) hace un meticuloso análisis sociológico de la vida rural en Flandes, con un dibujo realizado en tinta y acuarela con ecos de línea clara (resuenan también remotamente las viñetas de la Bécasinne de Joseph Pinchon) . De este su primer trabajo, que le valió una nominación al mejor álbum en el Festival de la BD de Angoulême 2023, sorprende la madurez y el oficio que se hacen patentes en los diálogos y en su capacidad para plasmar la fragilidad de unos personajes atravesados por sentimientos contradictorios.
Merel es una excelente opera prima, una historia de linchamiento moral que nos recuerda lo implacable y devastadora que puede resultar la presión social, sobre todo en un ambiente reducido como el de una pequeña comunidad rural. Un relato sobre la faceta más oscura y siniestra del componente social humano que recuerda a filmes como La Caza de Thomas Vinterberg. Aunque ahí la rumorología iba un paso más allá y tenía consecuencias devastadoras, algunas de las declaraciones del director durante la promoción de la película resuenan también en esta historia:
“Lo que se dice de alguien o de uno mismo, nunca desaparecerá (…) todo lo que decimos deviene en verdad. Me parece fascinante y al mismo tiempo me aterra”.