Pajom es un agricultor en la Siberia de los zares de final del siglo XIX. Propietario de unas pequeñas tierras, lo justo para sobrevivir y lo justo para no prosperar. Como el resto del pueblo intenta mejorar un poco su situación escatimando lo posible las extensas tierras de la noble terrateniente vecina, que hasta el momento era permisible en su indiferencia. Pero el hijo de la noble contrata a un nuevo capataz que no será tan permisivo, lo que complica la vida de los aldeanos. Estos se unirán para comprar las tierras de la noble pero las inevitables desavenencias entre vecinos harán que compartir las tierras entre ellos se haga inviable. Finalmente Pajom aprovechará la oportunidad y se hará con ellas. No sin que su carácter quede tocado: crece su ambición de propietario y sus relaciones con familia y vecinos se enturbian. Es entonces cuando surge la oferta de comprar otras tierras en un pueblo lejano. Una oportunidad que no puede dejar pasar.
El veterano Martin Veyron (Dax, Francia, 1950) adapta en esta ocasión un cuento moral de León Tolstói (publicado en 1866) que le valió el premio especial del jurado en Angoulême 2017. Toda adaptación de un clásico entraña ciertas dificultades y decisiones; en este caso el cambio de registro (de literatura a cómic) y ser capaz de mantener una cierta fidelidad con el texto original. Pero Veyron hace uso de sus muchas tablas y de su versatilidad (fue capaz de adaptar un comic suyo L’Amour propre a la gran pantalla ) aportando nuevos matices a la obra de Tolstói y saliendo airoso del envite. Consigue enriquecer la historia mediante los recursos gráficos que proporciona el cómic: hay muchas escenas sin texto que permiten avanzar y contextualizar las aventuras de Pajom. Todo ello enmarcado en una novela gráfica con un estilo muy de “Nouvelle BD”, recordando en ocasiones a Christophe Blain y también a Cosey (sobre todo en los momentos paisajísticos).

Ambientado en la misma época que el cuento original, en la que Tolstói, aun siendo de origen noble, ya
apuntaba las enormes diferencias sociales y aunque el cuento contenga una clara moral advirtiendo de las adversidades de una ambición desmesurada, contiene múltiples interpretaciones socioeconómicas que pueden ser vistas desde distintas perspectivas.
No es para nada fortuita la recuperación que hace Veyron de este relato, que como toda obra clásica mantiene todavía hoy una enorme vigencia; la situación de Pajom en la Siberia pre-revolucionaria no está tan alejada de las algunas realidades que se han generado tras la crisis del 2008.

Nunca es fácil afrontar la adaptación de un clásico más aún si se trata de un alguien de la envergadura de Leon Tolstói y de una obra tan reconocida como la original, de la que James Joyce llegó a decir que “se trata de una de las mejores historias de la literatura contemporánea”. El caso es que Veyron ha realizado una adaptación que dentro de la fidelidad aporta una nueva lectura a esta historia universal, y de eso se trata cuando se tocan los clásicos.