La unión entre el mundo de los vivos y el de los muertos nos ha dejado un buen montón de referentes que han tratado este choque desde los más diversos puntos de vista. De Cuento de Navidad a Casper o Bitelchús, la figura del fantasma que visita a los vivos es un tropo recurrente en la ficción utilizado muchas veces para que los que seguimos a este lado del velo que separa la vida de la muerte aprendamos un par de lecciones sobre qué significa estar vivo.
En Sábanas Brenna Thummler (Pensilvania, EEUU) recurre a la figura del fantasma en su concepción más clásica (ya sabéis, la sábana con dos agujeros) para hablar del duelo y la pérdida, del recuerdo y del olvido.
En sus páginas conocemos la historia de Marjorie, una adolescente que lleva a sus espaldas el peso de la lavandería familiar después de la muerte de su madre y que al mismo tiempo intenta sobrevivir a las complicaciones del instituto. En el más allá conocemos a Wendell, un fantasma primerizo que no acaba de comprender qué significa estar muerto y cuyo camino se cruzará con el de Marjorie, haciendo tambalear (todavía más) el mundo que le rodea.
Igual que el viaje que emprende Wendell, la historia nos hace viajar entre estos dos mundos. Conoceremos las costumbres de los fantasmas, cómo viven y se relacionan y recordaremos qué es tener trece años en el mundo de los vivos gracias al (insoportable) grupo de chicas populares del instituto, la (perdidísima) figura paternal y el malo (malísimo) sin escrúpulos que quiere aprovecharse de la protagonista. Un elenco de personajes que bien podría haber salido del reparto de una película de los buenos tiempos de Tim Burton.
Thummler nos lleva de la mano por la historia a través de unos personajes bien construidos y un apartado gráfico de altísimo nivel. La autora no escatima recursos para ambientar hasta el más mínimo detalle uno de esos suburbios norteamericanos otoñales que tantas veces hemos visto en las ficciones norteamericanas y que ya parecen parte de nuestro paisaje cotidiano, o una ciudad fantasmal de colores mortecinos y casas abandonadas.
Realmente el apartado gráfico de Sábanas es sobresaliente. Los fantasmas de Brenna Thummler no pueden ser más maravillosos y expresivos. De hecho, en ocasiones parecen albergar más vida que los vivos, se nota que la autora disfruta dando vida a un montón de sábanas con ojos.
Mención aparte para el uso del color, uno de los puntos fuertes de la obra, regalándonos algunas páginas absolutamente maravillosas y tiñendo el conjunto de un aire melancólico que sienta al cómic como anillo al dedo.
Pese a que la obra va claramente dirigida a un público juvenil, hay entre sus páginas suficientes aciertos como para ser recomendado también para lectores adultos. Sábanas es un tebeo emotivo y profundamente bello, de esos de leer bajo la manta con un chocolate caliente cuando fuera empieza a oscurecer. Una historias en apariencia sencilla que alberga una enorme capacidad para conmover. Un tomo destinado a ser leído y releído por distintas generaciones.
Sábanas ha llegado a nuestro país en una bonita edición de La Cúpula y Brúfalo Lector, esa mágica unión que tan buenos resultados está dando al cómic juvenil. El tomo sigue los estándares de calidad acostumbrados por la editorial, con una reproducción y acabados impecables. La traducción es de Natalia Mosquera y el rotulado corre a cargo de Iris Bernárdez.
Nos alegra saber que hay una segunda parte publicada en Estados Unidos, Delicates, y esperamos que La Cúpula se anime a traerla por estos lares. Quien entre en el mundo de Wendell y Marjorie sin duda tendrá ganas de volver a él una y otra vez. Por aquí nos apuntaremos a repetir el viaje a ese extraño mundo donde los fantasmas se lavan con detergente.