Margarita baja al bar de Pa Ko a tomar su cervecita diaria y, como de costumbre, coincide con Miguel, que vende lotería, y su perro Macuto. Pero ese día descubren que Margarita lleva el espíritu de su amiga Júlia dentro del carrito de la compra. Júlia se halla atrapada por un vampiro en su castillo en Centroeuropa. Así que los tres (y Macuto) deciden partir a su rescate en el 2CV de Pa Ko, iniciando así una aventura que los llevará a atravesar Europa y encontrarse con pintorescos personajes.

Javier Pérez Andújar (Sant Adrià de Besòs, Barcelona, 1965) y Raquel Gu (Barcelona, 1972) hacen un road trip alocado, surrealista, lleno de fantasía y que se sumerge de pleno en el imaginario de Pérez Andújar, donde las referencias culturales son continuas y los juegos de palabras inacabables. El viaje es lo importante, el destino incierto e irrelevante, la amistad primordial; una amistad de gente de barrio, en este caso del Clot barcelonés, uno de esos barrios obreros en los que la ola de gentrificación llega de forma inexorable, un barrio que bien conocen y viven los dos autores. También una amistad que tiene mucho de sororidad, con gran cantidad de personajes femeninos que se apoyan, que se entienden y que se cuidan desde distintos niveles y empoderamientos, con una presencia de Maruja Torres como fuerza arrolladora en ese sentido, en una lucha contra un patriarcado vampírico y trasnochado. Un enemigo chupasangres y esclavizador que tiene algo de metáfora capitalista, al que solo la gente de barrio se puede enfrentar y unidos derrotar, aunque sea temporalmente.

Temas de fondo que no son lo primordial en esta aventura. De forma clara y declarada, los autores juegan a las mil referencias culturales, antiguas y modernas, cultas y populares, marca de la casa de Pérez Andújar, y a las que Gu se suma con sus caricaturas y homenajes gráficos. Hay un homenaje a esa Europa sin fronteras, que es un personaje de fondo, pero que no se refleja en los escenarios turísticos al uso, sino en las referencias del imaginario, de esa cultura común. Es la intención de los autores que todas esas referencias creen la historia en sí misma, más que ser juegos de fondo, creando una aproximación extraña a la aventura. Un road trip guiado por el juego de la Oca, que se tiene que entender más como un vodevil de los Hermanos Marx que como un viaje de descubrimiento al uso.

Todo a un ritmo sin pausa y lleno de esos juegos de palabras tan al gusto de Pérez Andújar, que no deja de jugar con los significados. Juegos que no siempre son fáciles de adaptar al flujo gráfico y que Gu sabe llevar con soltura, manteniendo el ritmo de la historia siempre alto, con un dibujo en su estilo personal de caricaturas anguladas, siempre centrado más en los encuadres de los personajes y sus expresiones que en los fondos. A destacar el color que utiliza Gu: tonos cálidos, entre ocres y rojizos pastel, que parecen a simple vista uniformes en todo el libro, pero que van modificándose sutilmente entre episodios, dando una ambientación diferenciada y una progresión muy suave.

Un tebeo excelente, aunque no sea redondo del todo; les haya quedado un poquito ovalado. No es fácil traspasar el imaginario literario de Pérez Andújar al mundo gráfico de los tebeos, donde el tempo narrativo y las estructuras tienen sus propios tropos. Quizás ante tanta referencia el lector espere una aproximación más canónica a los eventos y a los equilibrios entre los personajes. Tal vez los autores hayan buscado romper eso, pero el hecho de que todos los personajes sean capaces de ser ingeniosos y hacer sus juegos de palabras puede desequilibrar un poco la dinámica entre ellos. Esa horizontalidad —incluido el simpático Macuto— hace que la historia pierda cierta tensión, con algún gag quizá forzado en su resolución, aunque no tanto en su planteamiento.

Hay cierto flow de los tebeos de Bruguera e incluso en la BD de la escuela de Marcinelle que, intencionadamente o no, los autores rompen, dejando cierta extrañeza en el lector clásico. Plantea también la duda de si un tebeo en el que las referencias son el camino de la historia tiene como público potencial solo a una generación, o cómo lo interpretarán lectores más jóvenes en función de cuántas referencias les resuenen.

Problemas menores para un tebeo trepidante, lleno de aventura y fantasía, de gente de barrio orgullosa de serlo.

Y sí, yo también soy del Clot.